Viernes, 19 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6242.
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 ESPAÑA
EL REVÉS DE LA TRAMA
Zapatero dialoga con ETA, pero no con el PP
Por JUSTINO SINOVA

Han sido suficientes dos días para que se haya visto que la dureza formal de Rajoy frente a Zapatero en el Congreso no era desorbitada. Ustedes perdonen, pero yo voy a discrepar de la opinión política y mediática más extendida. Rajoy no exageró cuando respondió tan categóricamente a la política -o como se llame- del jefe del Gobierno frente, ante, tras o con los terroristas. Rajoy pudo decir mucho más, porque lo que ya tenemos confirmado es que el presidente va a seguir dispensando parte de sus sonrisas a los etarras pese al bombazo de Barajas. Y esto no es para dejarlo pasar sin poner toda la atención y toda la energía en ello.

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Cuando hay realidades gravísimas, el escándalo no está en su descripción, sino en las realidades mismas. Esto es de perogrullo, pero a veces hay que explicar las evidencias. ¿Qué hay que decirle al presidente? ¿Hay que replicarle dulcemente que, hombre, esas cosas es mejor no hacerlas, o hay que decirle, como le largó Rajoy, que con su gestión está legitimando a los terroristas? Esta frase sí que es grave -repito, por el fondo-, pero pasmosamente Zapatero ni se inmutó; y, por el contrario, protagonizó el ceremonial de la irritación tras otra frase de lógica aplastante, la que ha producido aparentes sarpullidos y que decía así: no se puede dialogar con terroristas porque «si no cumple lo que quieren, ETA le pondrá bombas, y si no hay bombas es que habrá cedido».

Habiéndose adentrado ya en el campo de minas, el presidente debería dejarse de irritaciones protocolarias y caer en la cuenta de que la gente armada emplea sus artefactos contra los negociadores que no entregan lo que les piden. Es de sentido común y pone de relieve que lo desleal, lo realmente perverso, está en negociar con ETA cuando no ha soltado las armas ni ha demostrado que vaya a dejarlas, sino que se apoya en ellas para exigir que el Gobierno se pliegue a sus planteamientos políticos. Ayer aseguraba Gara, el periódico proetarra, que en la última reunión entre «representantes oficiales de ETA y el Gobierno español» se certificó el «bloqueo del proceso» y «se situó el acuerdo político» entre las fuerzas vascas «como el elemento clave para el desbloqueo». Lo estupefaciente es que Zapatero deje ver que, a pesar de todo, él seguirá en la vía de la negociación.

En estas condiciones, es lógico que el Partido Socialista rechace la ilegalización del Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV), grupo batasuno, o sea, etarra, que es una de las puntas de lanza que los terroristas han logrado introducir en las instituciones, concretamente en el Parlamento vasco. Es que está pillado en una trampa. ¿Cómo va a ir Zapatero contra los que están sentados al otro lado de la mesa? Zapatero va contra los que no quieren sentarse a la mesa, o sea, el Partido Popular, pero una cosa es discrepar y otra instar una política de exclusión para ni siquiera debatir con él, en un gesto inequívocamente anticonstitucional y antidemocrático.

El frente anti PP forjado en la noche del miércoles por el portavoz socialista López Garrido es heredero del totalitario frente excluyente firmado en Cataluña y de otros tics fanáticos que buscan silenciar a los discrepantes. Además de incompatible con esta España que nació apoyada en la generosidad del diálogo desarrollado durante la Transición, el frente anti PP para no discutir sus propuestas e impedirlas sin ni siquiera entrar en su contenido es un atentado al sistema democrático. Lo que puede resultar de esta conjura intolerante es un daño profundo a nuestro sistema y a nuestra convivencia, pues se confía en las gestiones fuera del Parlamento -y nada menos que con los que quieren acabar con la democracia mediante las bombas- y en el Parlamento se quiere tapar la boca a la oposición. Lo que define la situación de estos días y destapa las alarmas es que Zapatero quiera dialogar con ETA pero no con el PP. ¿No es para estar seriamente preocupados?

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