«Darling no, cariño». Seguramente, la respuesta del funcionario de Justicia fue mucho más antipática que ésta, pero lo cierto es que a Darling, colombiana de 33 años, la exigen dejar de ser Darling para convertirse en ciudadana española.
Su caso no es el único. Beliza, un bebé de ocho meses, también está sufriendo en sus carnes el zarpazo de la burocracia. La niña, a pesar de haber nacido en España de padres colombianos, tampoco puede obtener la nacionalidad española. Los juzgados de Majadahonda (Madrid) no admiten su apelativo, ya que alegan que no está reconocido como «un nombre femenino».
A Darling le aconsejaron que se buscase un nombre en el santoral, pero ella, 33 años viviendo con esas seis letras a cuestas, se resiste a cambiarlo. Considera que se están violando los derechos civiles y personales sobre su identidad y ha presentado un recurso ante el juez encargado del Registro Civil único de Madrid.
«Yo me llamo Darling y así me van a llamar siempre. Mi nombre constituye un elemento esencial de mi personalidad. Si me obligan a cambiarlo, me pondré un nombre vasco para ver qué dicen», declara a este diario Darling Vélez.
El abogado de la ONG colombiana Aesco, Gustavo Fajardo, opina que la decisión de la Administración supone un abuso hacia los inmigrantes: «Es una discriminación y una burla al derecho de llamarse como a uno le dé la gana. Además, la medida viola un convenio internacional de nacionalidad firmado entre España y Colombia».
La Ley del Registro Civil prohíbe en su artículo 54 «los nombres que perjudiquen a la persona, los diminutivos o variantes familiares y coloquiales, los que hagan confusa la identificación y los que induzcan en su conjunto a error en cuanto al sexo». La colombiana estima que el suyo no se encuentra en ninguno de estos apartados y, además, recuerda que no se trata de registrar su nacimiento, sino de la adscripción de su condición como española.
Desde el Ministerio de Justicia precisan que suelen recibir más casos de este tipo y explican que, en la mayoría de las ocasiones, si los afectados presentan un recurso, se admite y se les acaba concediendo el nombre elegido. También alegan que en estos momentos existe un proyecto en el Parlamento para modificar el artículo 54 de la Ley de Registro Civil y clarificarlo con el fin de reducir al máximo arbitrariedades por parte de los jueces.
En el caso de la niña Beliza, desde el Ministerio muestran su seguridad sobre que los progenitores ganarían el recurso si lo presentaran. Sin embargo, con Darling expresaron ciertas dudas, ya que consideran que se trata de un adjetivo, a pesar de que es un nombre frecuente en Colombia.
A Darling le llegó una carta en el mes de junio concediéndole la nacionalidad española. Después de años de espera, trámites, colas y papeleos, consiguió su sueño de tener pasaporte comunitario. Esta inmigrante llegó a jurar ante la bandera española fidelidad a nuestro país.
Sin embargo, cuando ya sólo faltaba lo más fácil, el último trámite rutinario saltó la sorpresa. Darling fue a inscribirse como española en el libro de nacimientos del Registro Civil y fue entonces cuando le enviaron una carta diciéndole que su nombre no se ajustaba a la legislación española.
Su abogado Gustavo Fajardo afirma que son muchos los inmigrantes que acaban tragando y varían su nombre para conseguir la nacionalidad. Pero Darling decidió decir no: «En Colombia, hay mucha gente que se cambia de identidad. No quiero tener problemas con la Policía al volver a mi país y sufrir los interrogatorios».
Los padres de Beliza tampoco daban crédito cuando la funcionaria de los juzgados de Majadahonda les propuso que cambiasen el nombre a la niña para poder inscribirla, ya que ése no existía en España, según informa Europa Press. Ante la negativa, los padres investigaron la historia del apelativo -que era el mismo de la bisabuela de la niña- y descubrieron que aparece citado en las obras literarias de Lope de Vega.
Los padres remitieron la documentación que encontraron, pero fue en vano. Los juzgados de Majadahonda les siguieron poniendo pegas, porque Lope de Vega hablaba de Belisa con s pero no con z. Lejos de desistir, los progenitores han anunciado que seguirán luchando por el nombre de su hija.