El rey de Baviera, Edmund Stoiber, el último de los dinosaurios de la política alemana, ha decidido entregar su corona y retirarse del Gobierno del Land (estado federal) más rico de Alemania, y de la presidencia de la muy católica y conservadora Unión Socialcristiana (CSU). Y lo hace después de 14 años de llevar con mano firme las riendas.
Aunque se daba prácticamente por segura su retirada en los últimos días, tras la creciente ola de críticas desde las filas de su partido, fue ayer cuando Stoiber, de 66 años, lo hizo oficial. «He decidido no presentarme el año que viene a las elecciones regionales. Dimitiré el 30 de septiembre de mi función de jefe del Gobierno de Baviera. No seré candidato a la presidencia de la CSU en el Congreso de mi partido en septiembre (el día 30)», señalaba el hasta ahora todopoderoso líder de los socialcristianos bávaros, cuyos conciudadanos, el 69%, pedían su retirada.
Y si a principios de mes, en su tradicional reunión invernal en la estación termal de Wildbald Kreuth, la cúpula del partido le otorgaba un apoyo mayoritario a la búlgara, hace unos días era el grupo parlamentario al completo el que le echaba un capote mostrándole su respaldo. Fue en esa reunión donde pronunció su ya célebre frase de «quiero presentarme, pero no tiene que ser».
Pero la revuelta ya era imparable y las críticas se dispararían desde ese momento en el partido que rige el destino de Baviera desde hace 40 años. El primero fue el propio jefe del grupo parlamentario, Joachim Herrman. «Las voces se multiplican para reclamar que nos presentemos en 2008 bajo otra forma. Tenemos que debatirlo abiertamente», dijo Herrmann. Otro ex ministro de la CSU, bajo riguroso anonimato, aseguraba: «Ha llegado su momento», en referencia a Stoiber.
El principio del fin
Asimismo, desde la Unión Cristianodemócrata (CDU), Norbert Röttgen, daba la voz de alarma y pedía a la CSU que «aclarara su situación». Sin la fuerza electoral socialcristiana, el partido de Angela Merkel no tendría margen de maniobra.
Hace sólo dos días, el propio Stoiber declaraba: «Sé que mi casa quema, pero quienes trabajan en las cocinas deben estar acostumbrados al calor». El principio de su fin se originó a finales de diciembre tras descubrirse que el jefe de la oficina del primer ministro bávaro durante los últimos 30 años, Michael Höhenberger, puso en marcha un sistema de espionaje telefónico contra la gran rival de su patrón al frente de la CSU, Gabriele Pauli.
Höhenberger presentó su dimisión tras exonerar a Stoiber de cualquier responsabilidad. Gabriele Pauli, de 49 años, había criticado abiertamente a su líder y pedido un «relevo generacional» al frente de la formación.
Pauli, divorciada en dos ocasiones, no dudó en acusar al propio presidente de estar detrás de los pinchazos telefónicos organizados por Höhenberger para desacreditarla en busca de posibles amantes o un supuesto problema de alcoholismo.
Pero según los expertos, el ocaso del rey de Baviera comenzó tras ser derrotado por Gerhard Schröder en las elecciones federales de septiembre de 2002, tras un vuelco de última hora del canciller socialdemócrata gracias a su estrategia electoral basada en el rechazo a la intervención en Irak y una oportunista inmersión en la crisis de las inundaciones. Stoiber regresó a casa y ganó al año siguiente, en un respiro a su autoestima, los comicios de su región con el 60% de votos.
Algunos interpretan que la elección de Merkel al frente de la CDU fue un duro golpe de cara a su partido. Y el caso Pauli, la puntilla.
Aunque ayer, al confirmar su retirada, no indicó a sus posibles sucesores, es el ministro bávaro del Interior, Günther Beckstein, de 63 años, quien gana en las encuestas de la prensa para sustituirle como primer ministro regional, mientras que el titular en Múnich de Economía, Erwin Huber, de 60 años, podría ser propuesto para dirigir el partido.
También el ministro federal de Agricultura, Horst Seehofer, tres años más joven que Huber, entra en las apuestas de la jefatura de la CSU, aunque la reciente revelación por parte del Bild, el diario más leído de Alemania, de que tiene una amante que estaría embarazada de cuatro meses le resta puntos en el liderazgo de la formación cristiana. Otros nombres en juego, el propio Herrmann, Alois Glück (66), presidente del Parlamento bávaro, Marcus Söder (40), secretario general de la CDU, e incluso Thomas Goppel, el ministro local de Ciencia. La batalla en la convulsa formación no ha hecho más que empezar.