Viernes, 19 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6242.
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LA NUEVA ESTRATEGIA PARA IRAK / La entrevista / NURI AL MALIKI / Primer ministro de Irak
«Nunca como ahora he visto a Bush tan débil»
LORENZO CREMONESI. Corriere della Sera / EL MUNDO

BAGDAD.- Si es verdad que la mejor defensa es un buen ataque, entonces Nuri al Maliki se está defendiendo con uñas y dientes de las críticas estadounidenses cada vez más duras contra él. El miércoles, durante más de una hora de entrevista en su oficina superfortificada en el corazón de la zona verde de Bagdad, el primer ministro iraquí no ahorró, a su vez, reproches y críticas contra la Administración Bush.

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Si los jefes militares estadounidenses le acusan de ser aliado de las milicias vinculadas al extremista chií Muqtada al Sadr, Maliki replica que confunden luciérnagas con linternas y añade que Bush «parece estar teniendo realmente dificultades».

Si la comunidad internacional le critica por la ejecución de Sadam Husein y de sus lugartenientes, Maliki defiende la plena legitimidad de la decisión.

Y sobre los rumores de dimisión, su respuesta es clara. Nueve meses después de su nombramiento como primer ministro y con la experiencia de su ya largo liderazgo al frente del partido Dawa (uno de los más importantes de la antigua oposición clandestina de los tiempos de Sadam), Maliki desmiente que vaya a dejar el cargo y se muestra decidido a gobernar «hasta que sea útil al pueblo iraquí».

Pregunta.- Durante las últimas horas, una vez más, el presidente estadounidense, George W. Bush, ha repetido que la forma en que condujo la ejecución de Sadam la ha transformado en una venganza sectaria. En el mundo occidental crecen las peticiones en pro de la abolición de la pena de muerte. ¿No hubiera sido mejor perdonarle la vida a Sadam?

Respuesta.- El mundo olvida que nosotros fuimos, durante décadas, víctimas del régimen implacable de Sadam Husein. Decenas de miles de inocentes fueron ejecutados tras sufrir torturas indecibles. Ancianos, mujeres y niños fueron exterminados con armas químicas. El mundo olvida el terror y la brutalidad del ex dictador baazista. Más de 160 miembros de mi clan familiar perdieron la vida, por no hablar de los miles de militantes de mi partido que corrieron la misma suerte.

Todos eran inocentes. Fueron asesinados sólo por sus ideas políticas. Y a pesar de todo eso, quiero repetir, una vez más, que el proceso contra Sadam y sus cómplices fue realizado de una forma correcta y que la ley se aplicó al pie de la letra. Algo que no tiene nada que ver con una venganza sectaria.

Tras la ejecución, ordené personalmente que los cuerpos fuesen lavados según el ritual de la religión musulmana. Después, fueron colocados en ataúdes de madera muy dignos. Ninguna de las víctimas de Sadam tuvo un tratamiento así. Es cierto que se cometió algún error durante el ahorcamiento de Sadam y ya he ordenado que los que gritaron ofensas y corearon eslóganes contra él sean procesados y condenados.

P.- Pero Bush continúa criticándole y Romano Prodi ha pedido a Naciones Unidas que lance una campaña en contra de la pena capital.

R.- Me parece que el presidente Bush está capitulando bajo el peso de las presiones internas. Se está viendo superado por los medios de comunicación y por los políticos. Quizá haya perdido el control de la situación. Y eso es algo que me desagrada, porque George W. Bush, en general, tiene un carácter fuerte.

En lo que al primer ministro italiano, Romano Prodi, se refiere, sólo querría recordarle cómo trató Italia a Mussolini. Antes de ser ajusticiado no se le hizo proceso alguno. Le dijeron que era suficiente con que dijese su nombre y apellido.

En definitiva, lo que quiero decir es que el mundo tiene que respetar nuestras leyes, nuestra Historia y nuestra cultura. La pena de muerte está contemplada en nuestra Constitución. Y, por encima de todo, la prevé también el Corán, en el que hay un versículo que sostiene que con la pena de muerte se crea vida. La ley religiosa islámica sostiene que condenar a muerte a los criminales sirve para proteger a la sociedad.

P.- Recientemente, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, declaró públicamente que su Gobierno aquí, en Irak, agoniza. Y usted mismo dijo que quizás no llegue al final de su mandato. ¿Está pensando en dimitir?

R.- Sí, sé que hay una campaña mediática contra mí. Y también sé que la actual Administración americana está atravesando graves dificultades tras su derrota electoral de hace dos meses. Nunca como ahora he visto a Bush tan débil. Me parece que los que están agonizando son ellos en Washington, no nosotros, aquí, en Bagdad.

Nuestro Gobierno es capaz de funcionar mejor que otros muchos. Y me gustaría aconsejarle a Condoleezza Rice que evite hacer declaraciones que sólo pueden ayudar a los terroristas. Con ese tipo de declaraciones los terroristas se sienten más fuertes. Pero también puedo añadir que, aunque quizá los terroristas hayan derrotado a los norteamericanos, con el Gobierno iraquí no lo van a conseguir.

P.- ¿Qué piensa del nuevo plan de intervención norteamericano? A su juicio, ¿cuándo podrá Estados Unidos comenzar a retirar sus tropas de Irak?

R.- Nunca dejaré de dar las gracias a los americanos por haber liberado a Irak de la dictadura. Gracias a ellos vivimos en un clima de libertad y de democracia, aunque todavía esté en construcción. Dicho esto, creo que la situación hubiese sido mucho mejor si Estados Unidos hubiese enviado de inmediato las mejores armas y equipamientos para nuestras fuerzas del orden.

Si se hubiese implicado más y con mayor rapidez, habríamos tenido muchos menos muertos entre la población civil iraquí y entre los soldados americanos. Ahora, hay que esperar a ver qué va a pasar sobre el terreno. Pero no excluyo que la situación pueda mejorar drásticamente, de tal forma que, en un período de entre tres y seis meses, la mayor parte de las tropas estadounidenses podrían abandonar el país.

P.- Usted promete reprimir a las milicias en los próximos meses. Pero, al mismo tiempo, se le considera sospechoso de connivencia con Irán, amén de ser un estrecho aliado de Muqtada al Sadr y de su Ejército del Mahdi.

R.- Expulsaremos a todas las milicias, sin distinción alguna. No habrá en este campo discriminaciones ni preferencias. Todos los grupos armados, sean los que sean, serán perseguidos. Tanto si son suníes como chiíes o kurdos. Atacaremos en cualquier lugar, en cualquier base, a cualquier grupo. La ley será igual para todos y el Estado debe tener el monopolio de la fuerza. Estas son las únicas premisas posibles para que el país funcione.

Con Irán queremos mantener unas relaciones normales de buena vecindad. Nuestra política exterior es independiente de la americana. En los últimos cuatro años sólo me reuní personalmente con Muqtada al Sadr dos veces. Y en los últimos días la policía ha capturado a más de 400 hombres integrantes del Ejército del Mahdi. Me parecen pruebas suficientes para demostrar que no mantengo una relación privilegiada con milicia o grupo de poder alguno.

P.- ¿Comparte la opinión de los que sostienen que la violencia en Irak se asienta fundamentalmente en la limpieza étnica?

R.- Hay ciertos elementos violentos de los antiguos servicios de Inteligencia iraquíes y grupos armados dirigidos por líderes ignorantes que realizan operaciones de limpieza étnica. Eso es algo que se da tanto entre los suníes como entre los chiíes. Pero no creo en absoluto que caigamos en la guerra civil.

En el pasado, en este país triunfó la convivencia pacífica y estoy seguro de que les ganaremos la batalla a los extremistas. Para eso, éste es nuestro plan: hacerle la guerra al terrorismo. Siempre y en todas partes. No importa el tiempo. Y no hay líneas rojas. Si fallamos una vez, seguiremos adelante, hasta exterminarlos.

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