Viernes, 19 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6242.
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Hachís con pasaporte diplomático
Marruecos está empezando a investigar la complicidad de las autoridades con el narcotráfico
ALI LMRABET. Corresponsal en Marruecos

El director de la Dirección General de Vigilancia del Territorio (DGST), el contraespionaje marroquí, va a tener que cambiar de apodo. En vez de El Salafista, como lo llaman sus hombres por ser un experto en la lucha contra el islamismo, Abdellatif Hammuchi tendrá que pensar en llamarse El Narco, ya que está empezando a investigar muy de cerca la complicidad de varios agentes de su propio departamento con el mundo de la droga. Según el semanario de Casablanca Tel Quel, el director general de la DGST acaba de ordenar a sus mejores elementos que indaguen sobre una red mafiosa que opera entre Marruecos y Argelia y en la que estarían implicados varios agentes de esta detestada policía política.

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Para algunos expertos de la lucha contra el narcotráfico en el país africano -como Chakib al Khayari, el joven presidente de una asociación de Derechos Humanos de Nador, ciudad limítrofe a Melilla-, lo de Argelia es solamente la parte visible del iceberg. Al Khayari cree que la situación es mucho más grave, que el epicentro del tráfico está en la porosa costa mediterránea de Marruecos y que la extendida complicidad de muchos miembros de las fuerzas del orden con el tráfico de drogas está fuera de duda.

Este activista recuerda que, una semana después de una aparatosa redada ordenada desde Rabat en 2006 contra varias organizaciones mafiosas cuyos barcos atiborrados de droga faenaban libremente en la bahía de Mar Chica, a escasos metros de Melilla, otros nuevos capos han vuelto a instalar sus embarcaciones en el mismo sitio sin que las autoridades reaccionen. «¡Parece que hay algunas complicidades contra las cuales es difícil luchar!», se indigna Al Khayari.

La complicidad de las fuerzas del orden con el narcotráfico no es un hecho nuevo. En un libro publicado en 1993, Dieciocho años de soledad, Ali Bourequat, un antiguo hombre de negocios francés próximo al difunto rey Hassan II y que estuvo desaparecido durante 18 años en una cárcel secreta, cuenta cómo, en los primeros años de la independencia de Maruecos, Rabat autorizó a varios «técnicos holandeses» a instalarse en el país «para supervisar el cultivo del kif, la fabricación de placas de hachís y la conservación de su savia».

Bourequat, que es el primer y único ciudadano francés en haber obtenido el asilo político en EEUU, explica cómo el régimen se benefició de ese tráfico. «Doscientas mil placas de hachís inundan cada año Europa, transportadas en parte por matones marroquíes que viajan con pasaportes diplomáticos, o amontonadas en aviones militares que vuelan regularmente a Francia sin pasar por ningún control».

¿Ha cambiado algo desde entonces? El periodista El Husein Majdoubi, lo duda. Este especialista en temas relacionados con el narcotráfico fue brevemente arrestado, en verano de 2003, por orden del entonces jefe de la DGST, el general Hamidu Laanigri, por haber revelado la complicidad de agentes del contraespionaje, de jueces y de fiscales de Tetuán con el tráfico de droga. Tres años después, el general Laanigri fue destituido fulminantemente por el rey Mohamed VI, porque se descubrió que uno de sus protegidos, Abdelaziz Izzu, prefecto y director de la seguridad de los palacios reales, era a su vez el protector de varios narcos del norte del país.

Crisis nerviosa

Y otro prefecto de policía del entorno de Laanigri, Yunes Yamali, tuvo que ser hospitalizado en agosto pasado después de sufrir una crisis nerviosa en pleno centro de Tánger. Según testigos presenciales, Yamali gritaba palabras incomprensibles contra su ex mentor y lo acusaba de haberlo liado en varias tramas. Desde la destitución de Laanigri y el alejamiento de varios de sus hombres de confianza, una discreta pero persistente investigación policial acecha al que era considerado como uno de los hombres fuertes del país.

Un periodista tangerino que quiere guardar el anonimato recuerda que uno de los principales responsables de la DGST en el norte de Marruecos, un tal Hach Amal, tuvo que escapar a España en 1997 después de haber sido acusado de proteger a varios capos hispano-marroquíes. Según la revista árabe de Casablanca Al Ayam, Hach Amal regresó libremente a Marruecos en 2004. De la mano de Laanigri. El mismo periodista resalta que el tráfico de droga desde las costas marroquíes hacia las españolas sigue con la misma cadencia de siempre, en una época de máximo control (y éxito) policial marroquí para frenar la inmigración clandestina hacia Europa. «Los únicos Zodiacs que atraviesan sin tapujos el Estrecho son los que transportan droga y, aparentemente, son invisibles», asegura. Marruecos produce cada año 3.000 toneladas de hachís. Mientras las fuerzas del orden, tanto las españolas como las francesas, confiscan entre 700 y 800 toneladas, las fuerzas del orden marroquíes se hacen solamente con... 30.

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