IRENE HDEZ. VELASCO
Una obsesión marcó la vida entera de Francesco Mazzoni, una obsesión llamada Dante Alighieri. El ilustre lingüista y filólogo italiano, que falleció a los 81 años, consagró su más de medio siglo de intensa actividad académica al autor de la Divina Comedia. Un esfuerzo que se vio plasmado en más de 500 títulos (entre libros, artículos y ensayos) y que le llevó a presidir durante 40 años la Sociedad Dantesca Italiana de Florencia. Y a ocupar la primera cátedra universitaria de filología dantesca del mundo.
La verdad es que Mazzoni ya llevaba a Dante en las venas cuando vino al mundo en Florencia allá por noviembre de 1925. Aunque su padre, Carlo Mazzoni, era oficial del Ejército italiano, su abuelo Guido Mazzoni había sido un importante literato. Y en la rama materna la predisposición hacia Dante Alighieri era aún más fuerte: su madre, Giuseppina Rajna, era hija del astrónomo Michele Rajna y nieta de Pio Rajna, un ilustre filólogo dantista que donó a la ciudad de Florencia su propia biblioteca.
Ante semejantes antecedentes familiares no es de extrañar que la infancia y la adolescencia de Francesco Mazzoni transcurriera en un ambiente de intelectuales en el que Dante era venerado como un auténtico Dios. Ni que en 1952 se licenciara en Literatura y Letras por la Universidad de Florencia como alumno del filólogo dantista Mario Casella, convirtiéndose después en asistente del aún más reputado especialista Gianfranco Contini.
Pero su nombre llegaría a brillar con más fuerza aún que el de sus maestros, valiéndole el título oficioso de príncipe de los especialistas en Dante. Sus investigaciones, sobre todo de tipo filológico, al texto de la Divina Comedia permitieron que en los años 50 vieran la luz numerosos códigos dantescos inéditos que databan de los siglos XIII y XIV, dando a conocer a una veintena de autores menores que gravitaban en torno a Dante o que contribuyeron a alimentar su fama, entre otros, Brunetto Latini o Francesco de Barberino.
Sin duda alguna, ha sido el mas grande estudioso de Dante del último medio siglo. Un reconocimiento que en 1964 alcanzó el nivel internacional, al encargarle la prestigiosa Enciclopedia británica que escribiera la voz dedicada al gran poeta italiano. Y que seis años después, en 1970, alcanzaría su momento cumbre, al ganar el concurso para la primera (y hasta ahora única) cátedra de Filología Dantesca que existe en el mundo, la de la Universidad de Florencia. Un disciplina que enseñó (de manera inaugural) durante casi medio siglo, desde 1952 hasta 2001, primero como profesor libre y luego como señor catedrático.
Llevó a cabo ediciones críticas de varias obras de Dante Alighieri, incluidas El Banquete, La Vida Nueva o La Monarquía. En 1971 y junto a su maestro Contini se convirtió en codirector de la revista Estudios Dantescos, cuyo timón quedó en sus solas manos en 1982 y durante más de 20 años. Sus investigaciones le valieron diversos premios: el que en 990 le concedió la Accademia Nazionale dei Lincei (una de las primeras academias científicas del mundo, entre cuyos miembros ilustres se cuenta Galileo Galilei), el de la Universidad de Estudios de Florencia en 2001, la medalla de oro de la ciudad de Florencia en 2003. Con su muerte ayer los dantistas han perdido a uno de más insignes hijos. Y Dante Alighieri a uno de sus más rendidos admiradores.
Francesco Mazzoni nació en Florencia en 1925 y y murio el pasado día 14 en la misma ciudad.
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