MARIA JOSÉ RAGUÉ
Autor: Friedrich Dürrenmatt./ Traducción: Miguel Sánez./ Dirección, iluminación y sonido: Georges Lavaudant./ Espacio Escénico y vestuario: Jean-Pierre Vergier./ Intérpretes: Núria Espert, José Luis Gómez, Lluís Homar./ Escenario: Teatre Nacional de Catalunya, Sala Gran./ Fechas: del 18 de enero al 4 de febrero
Calificación: ****
BARCELONA.- Sería difícil que con el trío de intérpretes de esta puesta en escena, no se consiguiera un espectáculo de calidad.Play Strindberg lo es. Tiene calidad, sobriedad y elegancia.La dirección de Lavaudant ha armonizado el tono de los tres actores y ha medido sus registros a favor de la armonía y la coherencia de la puesta en escena, del sentido también mesurado de los movimientos en un espacio escénico en el que domina así mismo la sencillez de unos pocos elementos de mobiliario y una pantalla de fondo que va señalando las diferentes secuencias de la obra, los distintos asaltos de un combate vital.
August Strindberg había escrito en 1900 La danza de la muerte, un angustioso drama burgués, una exacerbada historia macabra que cuenta la historia obsesiva, el infierno de un matrimonio ahogado en el odio, dos seres fracasados encerrados en la cárcel de su vivienda. Sólo la visita de Kart parece aliviar una situación imposible de la que éste sólo podrá salvarse con la huída. Dürrenmatt, en 1968 adapta el texto a la época y al teatro moderno; sintetiza, recorta, acentúa y distancia con la tensa amargura del sarcasmo, dota al texto de una ironía punzante, le proporciona una cortante y agresiva frialdad, una crueldad grotesca.
Son 12 asaltos, 12 escenas con brechtianos títulos, 12 momentos de ritmo rápido en los que la destrucción de un matrimonio que celebra su 25 aniversario, se ve alterada por la intromisión de un tercer personaje, antigua relación de ella, ojo externo que asiste al desquiciamiento y al deterioro de la vida de la pareja, al evidente deterioro físico y mental del marido, al callejón sin salida de dos seres unidos acaso por una destructora relación de odio, por una atroz desesperación.
Hay armonía en las tres interpretaciones pese a ser tan diferentes los estilos personales de cada uno de ellos. Magnífico José Luis Gómez en el marido, el personaje que más evoluciona hacia el deterioro; comedida en la interiorización de Alice, Nuria Espert, espléndida en especial en la segunda mitad del espectáculo; con gran potencia Lluís Homar.
Play Strindberg no es un espectáculo agradable ni cómodo, su sarcasmo rezuma una angustiosa frialdad, pero es un excelente espectáculo.
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