ENCARNA JIMÉNEZ
Machacar es la palabra. Esa es la intención de las cadenas que programan tres capítulos seguidos de series americanas que, con gran diferencia, son lo mejor que tiene la televisión generalista en abierto y algunos de los canales de pago.
No hay ningún problema, todo lo contrario, en que Telecinco combata el inevitable concurso de baile de La Primera de TVE con la triple presencia de los expertos investigadores de C.S.I. en su versión Nueva York, Miami y Las Vegas. Los verdaderos aficionados a la literatura de serie negra saben que siempre devoran a los autores con un mínimo de tres novelas por firma.
Otro tanto hemos tenido esta semana con The closer, la serie de Cuatro todavía no tiene tantos seguidores como House, pero lleva camino de ello, ya que tiene un club de incondicionales de la boca de pez de su protagonista femeni-na. Kira Serwick y J.K. Simmons están calando en la audiencia española y, pasado un tiempo, obtendrán sus réditos. El jueves, contra los tanques de de Operación Triunfo, que ya sólo juega con tres finalistas: Dani, Lorena y Leo; y el especial de Cuéntame lo que pasó trabajaron los investigadores americanos ofreciéndonos un verdadero festín.
La mesa de las autopsias y las pistas que obtienen los policías son el alimento más calórico de la pequeña pantalla. En eso nos ganan los americanos, porque en la investigación pastosa del mundo rosa y amarillo, lo que triunfa son las esperpénticas pruebas a la española que suministran las máquinas de la verdad en sus diferentes versiones de Antena 3 o Telecinco.
Además de las peleas entre los bolígrafos, como dice el vulgo, de las distintas cadenas, recientemente pudimos ver a una mezcla de Daniel Boone y la Venus de las pieles llamada Aramis Fuster que escenificaba una entrevista con el invento más rentable del mundo del corazón en esta temporada, digno de situarse en el ranking de excentricidades. Ahí es donde la televisión en España lleva un gran adelanto a la extranjera. Que se quite la doctora Brenan de Bones y sus hallazgos en el esqueleto.
En nuestro país no hace falta que los jueces admitan como prueba el sismógrafo de los polígrafos, porque ya pinta bastante en el juicio popular al que se someten los aspirates a famosos que quieren hurgar en asuntos escabrosos.
Las teleseries nacionales andan buscando su terreno entre la comedia y el drama, pero no caben el suspense ni la tecnología avanzada contra el crimen. Ahí tenemos las chapuzas de Los hombres de Paco, que dan más risa y pena que otra cosa; la Dársena de poniente, con su intriga cutre y los últimos estrenos hospitalarios, de batilla blanca. De momento, no hay nada más valioso olfateando crímenes que las series americanas que nos pasan en abierto las cadenas cuarta, quinta y sexta y el perro Rex, que ya tiene que ser el nieto del que empezó la germánica serie.
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