JACOBO GARCIA. Especial para EL MUNDO
MÉXICO DF.-
Aún no se ha estrenado en ninguno de los países con alguna herencia maya (México, Guatemala, Honduras) pero el Apocalypto de Mel Gibson es ya la película más esperada, la más comentada y la más criticada de la región.
La cinta, exhibida en pases privada entre críticos e intelectuales, es considerada una ofensa a los mayas por su narración violenta, desvirtuada e incoherente sobre la civilización que dominó el sureste mexicano y gran parte de Centroamérica hasta poco antes antes de la llegada de los españoles. Paradójicamente, tanta ira ha convertido a la última película de Gibson -que no se estrenará hasta el próximo día 26- en la más demandada dentro del mercado de copias piratas de la Ciudad de México.
Y aunque la calle consume de forma frenética una película entretenida y violenta sobre los últimos días de los mayas, intelectuales de México y Guatemala han puesto el grito en el cielo ante la imagen distorsionada y hollywodiense que presenta a los mayas como salvajes sedientos de sangres. Sin ir más lejos, el escritor maya Jorge Miguel Cocom Pech dice que Gibson debería pedir disculpas por su película. El presidente de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas consideró la cinta «una porquería», espejo de la «podredumbre violenta que caracteriza a los estadounidenses». La película, narrada en maya yucateco, «nos ofende porque distorsiona nuestra lengua», matizó el autor.
En Guatemala, influyentes dirigentes indígenas han rechazado también la afición a los sacrificios humanos que Gibson atribuye a una de las culturas más desarrolladas del continente. El comisionado presidencial contra el racismo de Guatemala dijo que Apocalypto es racista, contribuye a la satanización de la cultura indígena y carece de apego a la verdad histórica. «Queremos que, antes de que la película se exhiba, se reconozca que está basada en suposiciones que presentan a los mayas como un pueblo bárbaro, asesino, que sólo pudo ser salvado por la llegada de los españoles», ha señalado Ricardo Cajas. Para el comisionado presidencial contra el racismo, «una película como ésta nos retrocede 40 o 50 años, ya que sataniza a las culturas originarias».
Tanta animadversión y tantos millones de pesos derramados en el sur de Veracruz, donde fue rodada la cinta, han hecho que Gibson aterrizara de forma meteórica el pasado lunes en la capital mexicana donde concedió cinco entrevistas a los grandes medios de la ciudad e, incluso, ofreció una meteórica ronda de entrevistas de un minuto para las publicaciones menores. «La cultura maya está envuelta en misterio», expresó, un poco peregrinamente, el director australiano, quien explicó que evitó recrearse aún más en la violencia. «No mostré ni la mitad de las cosas que leí».
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