DARIO PRIETO
MADRID.-
El brit-pop de Blur y The Verve, el punk contestatario de The Clash, el funky africano de Tony Allen y la electrónica posmoderna de Gorillaz convergen en The Good, the Bad & the Queen, literalemente El bueno, el malo y la reina. Damon Albarn ha escogido este rocambolesco nombre para su nuevo proyecto, en el que le acompañan Paul Simonon, bajista de The Clash, el batería nigeriano Tony Allen y el guitarrista de The Verve Simon Tong, con Danger Mouse (Gnarls Barkley) a los mandos de la producción.
El próximo lunes sale a la venta el disco homónimo, que continúa la línea melódica de los últimos trabajos de Albarn en Blur y Gorillaz, aunque también recupera el espíritu urbano de los discos britpoperos de la banda (Modern life is rubbish y Parklife), y hasta del London Calling de los Clash.
Allen, blandiendo un enorme porro, explica el origen de este heterogéneo grupo. «Todo empezó con Music is my radar, una canción del último disco de Blur. En ella, Damon decía «Tony Allen me pone a bailar». Así que me lo llevé a Nigeria, para grabar un disco en la onda de Mali music [un proyecto de Albarn con Toumani Diabaté y otros músicos africanos]».
Sin embargo «el sueño acabó volviéndose realidad», recuerda Allen. Y la realidad fue «que a Damon le fue muy difícil encontrar su voz allí», explica a su lado Simonon. Así que el equipo volvió a Londres y empezó a hacer un nuevo disco directamente desde el principio. «Y ahí entré yo», dice sonriendo Simonon mientras enseña un diente partido.
El disco gira en torno a Londres y sus miserias. «Hablando con Damon, a través de un montón de conversaciones, descubrimos que ambos éramos una especie de historiadores locales. Estas conversaciones fueron las que inspiraron las letras», afirma Simonon. «Todo el mundo habla de que es un disco de Londres, pero yo lo veo como un disco que habla del mundo», comenta Allen.
Una de las cosas que más llama la atención del disco es lo irreconocibles que resultan el bajo de Simonon y la batería de Allen, como si estas dos bestias pardas estuviesen contenidas y enjauladas. «Es una aproximación totalmente diferente. En un sentido físico, incluso», apunta el autor de Guns of Brixton. «Está claro que nunca podría estar en The Good, the Bad & the Queen como con mi banda. Esto es música delicada, frágil. No hay lugar para hacer locuras», resalta Allen.
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