Las opiniones del señor Huguet podrían considerarse la pataleta de un ignorante si no fuera porque es como el ministro de Comercio y Turismo del Gobierno catalán, o sea el responsable del tema.

La frase del señor Huguet «la izquierda no paga fiestas» ha caído como un mazazo en esta última Pasarela Barcelona. Afortunadamente ni el alcalde Jordi Hereu ni otros políticos como Artur Mas o Xavier Trías comparten la fobia del colega de Carod-Rovira, tan republicano como Huguet, aunque le gusta vestir bien y no hace ascos a llevar ropa «española». Un día, a pie de pasarela, Carod nos desvelaba que su elegante modelo era de Adolfo Domínguez y que no le importaba compartir diseñador con la princesa Letizia.

El pesimismo cundía esta semana en Barcelona entre desfile y desfile. «Es que no se puede humillar más al sector textil», comentaba José María Donat, el empresario que con el consenso de sus compañeros tomó las riendas de la Pasarela el año pasado, cuando empezaron las amenazas de Esquerra Republicana de cortar las subvenciones que hacen posible esta semana de la moda. «El sector necesita ayuda, necesita vida, no este castigo permanente. Quizá en otras ediciones había gastos innecesarios, pero este año hemos conseguido montar esto con 1.700.000 euros. No hace falta mucho más».

A pesar del ambiente de orfandad, los llamados diseñadores consagrados se volcaron en lucir sus creaciones y hasta echaron mano de caras famosas para animar sus desfiles. Toni Miró escandalizó de nuevo, esta vez haciendo desfilar a emigrantes sin papeles -el año pasado fueron los presos de la cárcel Modelo-. Totón Comella de TCN, contrató a Lily Collins, la hija de Phil Collins, que viajó a Barcelona con su madre, la primera esposa del músico. Una jovencita encantadora y culta que no ha presumido del espléndido currículo familiar.

Por su parte Sita Murt dejó encantados a sus clientes australianos y norteamericanos con su elegante colección, lucida por Leticia Dolera. La actriz estaba feliz con su estreno como modelo.

Hablando de reclamos y celebridades que tanto ayudan al nombre de las marcas, los Obregón fracasaron en su intento de colocar alguno de sus peones en la pasarela catalana. El novio de Ana Obregón, Darek, ese encantador semental polaco que levanta comentarios apasionados, fue ofrecido por un módico precio a todos los diseñadores que tenían moda masculina en la pasarela, pero fue rechazado y no precisamente por miedo a que el conseller Huguet considerara su presencia como el paradigma de la frivolidad.

Barcelona no ha querido al stripper, que igual cuela en el próximo Cibeles, eso dicen: en Madrid hay menos escrúpulos.

También ofertaron sin éxito a la sobrina de Ana Obregón, una niña monísima que se presentaba hace tres semanas en Hola de la mano de su célebre tía como la modelo del futuro.

Y mientras primaba la incertidumbre sobre el futuro de la moda catalana, Bread & Butter, la feria de moda urbana más importante de Europa, llenaba Barcelona de profesionales del diseño (con más de 60.000 visitantes), mucho negocio, fiestas y celebraciones paralelas, que al final se traducen también en publicidad internacional para la ciudad. A ver si Huguet se entera de que Alemania, república y encima federal, apuesta fuerte por la moda.