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Todos queremos la paz. Por desgracia, a veces hay que defenderla combatiendo el terror y la tiranía (James H. Douglas) |
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Un favorito con argumentos |
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JUAN DE DIOS ROMAN
Parece ayer cuando el balonmano español alzó por primera vez en su historia la copa de campeón del mundo. Han pasado dos años desde tal ocasión en Túnez y, de nuevo, forzados por la locura del calendario que atosiga a este deporte, la selección está en la lucha. Sin respiro se afrontó el Europeo de Suiza 2006 (medalla de plata) y, apenas secado el sudor, aparece de nuevo un Mundial, antesala del Europeo y de los JJ.OO. de 2008. ¿Alguien da más? Se trata del único deporte embarcado en tal locura al tiempo que afronta permanentes retos para consolidar su status. Sólo suecos y rumanos, éstos en dos ocasiones, revalidaron título, si bien el intervalo por entonces era de cuatro años. Ahora es una buena ocasión para hacer Historia, porque la Historia del balonmano se ubica en Europa.
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Desnivel. Las novedades se centran en el sistema de competición, mientras que los pronósticos se cierran cada vez más sin margen de sorpresa. Se acorta la insulsa primera fase para dotar el máximo de interés a la segunda, previa a los terribles cuartos de final. Diez partidos jugarán los finalistas, al igual que en Túnez, pero con una frecuencia algo más cómoda que entonces. Hay que agradecerlo al poder económico alemán, que asume los costes de una mayor duración del torneo, al tiempo que se crea una competición de perdedores paralela: la denominada Copa Presidente, lugar de acogida, salvo sorpresa mayúscula, de los participantes del resto de continentes (Egipto o Túnez serían las excepciones). Es el peaje a pagar ante la enorme diferencia de nivel. Balonmano versus Europa.
Francia y Croacia. Pronósticos cerrados, decíamos sin rubor y con cierta tristeza. España, actual campeón, Francia, campeón de Europa y Croacia, campeón olímpico, tienen todas las papeletas. Las tres representaciones de mayor nivel cualitativo, con escuelas diferentes y empeñadas en modernizar las conductas en las diferentes facetas del juego. No olvidar a los anfitriones es una regla básica en cualquier competición. Cuando se reflexiona sobre aspirantes, incluir a Alemania en la cita de semifinales parece obligado. ¿Alternativas? Los daneses amagan siempre, pero se quedan en el camino. Los rusos, anquilosados y sin relevo, están peldaños detrás del triángulo de oro. Rusia y Suecia quemaron sus generaciones de los años 90 olvidándose de los relevos que ahora añoran. ¿Dónde se esconden los suecos? Ruborizados en su nivel actual, juegan contra Bélgica la clasificación para el Europeo de 2008 y serán meros observadores del Mundial los antaño protagonistas. El mapa de la élite está cerrado con candado.
Europa. Ante el hecho evidente de la ausencia de proyectos alrededor de este deporte en los otros continentes, Europa tiene que echarse a sus espaldas la defensa de los valores que rodean al balonmano. Y no sólo de los deportivos, sino también de aquellos otros que justifiquen las inversiones económicas y la explotación del producto. En paralelo, el vacío de acciones dirigidas a multiplicar practicantes por el mundo es significativo y se olvida algo tan simple, a la par que importante, como que son los jugadores los verdaderos artistas, los que mejoran el producto en base a su creatividad. Invertir en formar jugadores es asegurar el futuro y, por el momento, sólo funciona, y no con mucho rendimiento, la fábrica europea. Una vez más, balonmano versus Europa.
Confianza. Hay motivos reales para pensar que España puede revalidar el título que logró en Túnez 2005. Más argumentos a favor que en contra se me presentan: plantel de jugadores aún joven y en el cenit de su madurez; confianza absoluta en el juego diseñado (rico y variado) por el seleccionador, que conocen de memoria y representan con calidad y seguridad; excelente estado físico en los partidos de preparación... Rebosa el grupo, además, una exultante seguridad y confianza en su rendimiento incluso en momentos delicados y asumen que, en las dificultades, siempre el mono de trabajo defensivo es el mejor antídoto. No parece que la nueva situación de defensa de título altere los niveles de seguridad constatados. Croacia y Francia, rivales directos, no aportan grandes novedades ni en recursos humanos o en variables tácticas que puedan invalidar las credenciales que presenta España. En deporte todo es posible y siempre el punto de suerte será necesario. Revalidar título, ¿por qué no?
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