Al finalizar los entrenamientos, Juan Carlos Pastor deja los mandos a Aurelio Roldán, el médico del equipo, y a Carlos Freire, el fisioterapeuta. Es el momento de la recuperación, de hacer de mecánicos con unos deportistas expuestos a una de las modalidades por equipos más duras, con más similitudes con el rugby que con el baloncesto. Ambos especialistas han sido incorporados a la selección por el entrenador en 2006. Los trae de su equipo, el Balonmano Valladolid, donde comparte trabajo desde hace siete temporadas.
El Mundial obliga a un ritmo frenético de partidos, con el sobresfuerzo acumulado en el cuerpo de los jugadores. Los médicos calculan que un pivote o un lateral puede recibir cerca de 300 golpes por encuentro. España, si quiere llegar a las semifinales, tendrá que disputar 10 partidos. La multiplicación asusta. Los Iker Romero, Mateo Garralda o Rubén Garabaya regresarán del campeonato 30.000 impactos en sus articulaciones. «Nuestra gran ventaja es la fabulosa preparación física que tienen los jugadores, que les permite recuperarse de un día para otro», cuenta el doctor Roldán, cuidador antes de los futbolistas del Real Valladolid. «Manejo los historiales de lesiones de toda la selección, para aplicar tratamientos personalizados», explica.
Él también controla la nutrición. Antes de los partidos, pasta y solomillo. Después, en la cena, sopa y líquidos para poner los cuerpos a tono. Tras los postres es el fisio quien entra en acción. Los masajes, ejercicios de recuperación y estiramientos se pueden prolongar hasta las cuatro de la mañana. Al día siguiente hay que saltar de nuevo a la pista, a sumar golpes. Carlos Freire apuesta por una novedosa terapia denominada craneosacra, que sólo manejan 30 especialistas en toda España. «Se trata de una técnica correctora de todo el cuerpo. El objetivo es relajar desde la cabeza al hueso sacro de la espalda. Se busca el punto de normalidad del deportista, donde su físico vuelva a estar en disposición de competir», relata el ayudante de Juan Carlos Pastor. También impone vendajes neuromusculares (que en las imágenes de televisión parecen tatuajes).
Dureza sin trampas. La selección fue sometida a un primer control antidopaje por sorpresa durante la concentración. / JAIME RODRIGUEZ
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