Ser el primer capitán del Real Madrid es muchas cosas en una. Raúl González lo lleva siendo desde hace casi cinco años, cuando Fernando Hierro se marchó, y ayer le tocó protagonizar un capítulo muy diferente a todos los anteriores. «Ni mejor, ni peor, distinto», lo definió al comienzo de una intervención ante los medios de comunicación en la que irradió serenidad y firmeza en una mezcla casi perfecta.
Para empezar, Raúl dio la cara en solitario, en vez de ir acompañado por el segundo y el tercer capitanes (Guti y Roberto Carlos), tal y como se anunció el pasado martes. El asunto es que Guti, señalado específicamente por Ramón Calderón en la polémica intervención del presidente ante unos universitarios («A sus 31 años sigue siendo una promesa»), prefirió mantenerse al margen. Roberto Carlos, lesionado, tampoco acudió a la cita.
Así que el 7 se colgó la mañana a la espalda. A medida que avanzaba la rueda de prensa fue fácilmente apreciable que las cosas que prefería callarse valían mucho más que las que decía, como mandan los códigos de los capitanes. Aún así, el delantero dejó un montón de sensaciones, todas ellas dominadas por un mensaje: decepción.
Como se recordará, Calderón mantuvo el martes una reunión con toda la plantilla para pedir disculpas tras sus derrapajes a lo largo de una conferencia ante un grupo de estudiantes de Derecho. Aquello, que lo dijo confiado en que no iba a llegar a los medios de comunicación, sí fue grabado y se montó el lío.
«El presidente nos pidió disculpas el martes, y nosotros aprovechamos para comentarle las inquietudes que teníamos. Sentamos las bases para que todo eso no se volviera a producir por el bien del Real Madrid», dijo Raúl, prudente en todo momento a la hora de trasladar parte del fuerte intercambio de palabras que aquella mañana tuvieron algunos de sus compañeros con el mandatario.
«Como en cualquier buena familia, hablar y discutir es bueno para que los errores no vuelvan a suceder», apuntó. Raúl dejó muy claro el estado de decepción y también de alerta en que ha quedado la plantilla no sólo por los inconvenientes comentarios del presidente, sino por las filtraciones del club sobre asuntos conflictivos (jugadores que llegan con una copa de más a los entrenamientos, listas negras, etcétera) a raíz de la derrota hace dos semanas en Riazor: «En la plantilla había inquietudes por comentarios de temas extra deportivos ante los que el club no había dado una respuesta clara, como el asunto del alcohol. Debería estar zanjado y el club no ha sido rotundo en eso. Esto provoca dudas y de esta plantilla no se puede dudar».
La reunión.
Es importante apuntar el ambiente en el que se produjo la reunión de jugadores y presidente para intuir el tono que adquirió la misma. Raúl confirmó ayer que Calderón, nada más conocer que sus ácidas críticas ante los universitarios habían sido grabadas por la Cope y ya las estaba rebotando hasta la CNN (al filo de las 14.00 horas), telefoneó con urgencia a Raúl, que en ese momento se encontraba precisamente en un almuerzo de hermanamiento con el resto del equipo. Fue el propio capitán el que le dijo que lo más adecuado era que no se presentara en el restaurante para pedir disculpas (todos los jugadores acababan de conocer el asunto). «Por la noche recibí una llamada del club en la que me informaron de que los capitanes nos acercáramos tras el entrenamiento del martes hasta el Bernabéu. Lo consulté con la plantilla ese día y todos decidimos que el presidente se acercase hasta Valdebebas», explicó muy clarito el delantero. Si Raúl no quiso convertir en algo su alocución de ayer fue, desde luego, en un linchamiento a Calderón. Lo pudo haber hecho, pero su formación y su madridismo se lo impidieron: «Sus declaraciones crearon malestar, no fueron oportunas porque si nos tiene que decir algo lo debe hacer en privado. Las formas podían ser diferentes, sin hacer daño a nadie. Se ha disculpado con nosotros y espero que sea un punto de inflexión».
Otra cosa que le dijeron el martes a Calderón y Pedja Mijatovic, también presente en la famosa reunión, fue que el club debería reincorporar a Beckham, Ronaldo y Cassano. «No ayuda lo que está pasando y todos los jugadores debemos estar unidos». Asunto delicado éste y sobre el que no parece clara la solución. Si Capello y Calderón dan marcha atrás habrá un montón de ruido; si no lo hacen, también lo habrá. Deberán calibrar antes que después cuál de las dos medidas será menos ruidosa. Y lo de calcular no parece ser lo suyo.