Sábado, 20 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6243.
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Las piedras de Pulgarcito
El alcalde de Fago denunció a su rival socialista por desvío de agua, fue amenazado por el dueño del bar por unas tasas, era mal visto por cazadores e ignorado por las autoridades del vecino Anso
PEDRO SIMON

Éranse una vez un pueblo de cine, un alcalde del PP asesinado y unas preguntas contestadas a portazos. Chirrían los goznes de las respuestas en Fago desde que Miguel Grima apareciera brutalmente abatido como una pieza de caza. Nos dejó el polémico regidor unas piedras de Pulgarcito antes de morir. Y por ahí va echando a andar la investigación, muy avanzada a día de ayer, a ver si sale algo.

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Volcamos sobre la mesa las incontables piezas del puzzle y cogemos sólo un puñado. No hay lupas, ni gabardinas de detective. No hay mayordomo ni mensaje cifrado. Todo lo más tenemos a Fago, con su silencio de campana tañida. Y esa bruma insondable de los alrededores. Que no nos deja ver más allá de dos metros.

«Mire, hay gente que no se quiere someter a las mínimas reglas de la convivencia y, en Fago, los hombres y mujeres de buena voluntad estamos convencidos de que todos ellos son los asesinos de Miguel. Porque todos han alimentado el ánimo de que muriera. Y, de una manera u otra, todos han apretado el gatillo».

1ª 'PIEDRA': EL AGUA

Bronca con la 'oposición'

Lo sabía su entorno y se lo había comunicado a compañeros del PP: sus disputas con Santiago Mainar, rival socialista en las pasadas elecciones, habían terminado en los tribunales.

En el pueblo cuentan que todo se originó porque Mainar -ganadero y agente de protección de la naturaleza- se adueñó de una tubería pública, desviando el agua a su nave y desabasteciendo al pueblo. Aquello sucedió en los veranos de 2003 y 2004. Hubo denuncia de por medio y el Ayuntamiento ganó. Luego vendrían más episodios de enfrentamiento.

Varios vecinos, con Miguel Grima al frente, denunciaron también a Mainar por contaminar las aguas del barranco de San Juan de Fago. La queja fue sobreseída.

2ª 'PIEDRA': LOS IMPUESTOS

«Te voy a dar una paliza»

Fago es un pueblo a la gresca, partido diabólicamente en dos: la mayoría de los fagotanos de toda la vida estaba con Grima; el resto (los que tenían casa como segunda residencia, llevaban menos tiempo o iban por épocas) no. Estos días se ventila en los juzgados de Jaca la enésima rencilla animal entre capuletos y montescos: una vecina amenazó a otra con quemar a cierta persona en su coche, con su hija dentro...

Encabezando a los anti-Grima estaba el dueño del bar del pueblo, el señor M., con quien el alcalde asesinado mantuvo enconadas broncas y largas disputas. La última, a cuenta de la instalación de unas mesas de terraza y del cobro de unos impuestos municipales por ellas.

El alcalde señalaba que las mesas impedían el tránsito de vehículos y que había que pagar por ello. La ocupación de la vía, siempre según fuentes vecinales, fue tasada por un estudio económico -solicitado por el dueño del establecimiento- en 375 euros al mes. El señor M. montó en cólera.

Cuentan que aquella enemistad tocó techo en una asamblea vecinal. Fue el 4 de mayo de 2005. El dueño del bar se dirigió a Miguel: «Quítate los galones de alcalde y sal a la calle si tienes huevos, que te voy a dar una paliza de muerte». Y llegó, providencial, la Guardia Civil.

Vehemente y desafiante como era, el regidor jugaba con las mismas cartas y acumulaba hasta 40 denuncias. El 24 de noviembre pasado, la Audiencia de Huesca condenaba a Grima a la pena de 32 días de multa con una cuota diaria de ocho euros, como autor de dos faltas: una amenaza a dos habitantes de la localidad y otra de maltrato sin causar lesión a una vecina, informa Javier Ortega. La sentencia señalaba que Grima puso un dedo en la cara de la mujer con un componente «intimidatorio» y «provocando su desplazamiento hacia atrás, en un contexto hostil de discusión verbal».

3ª 'PIEDRA': EL PADRON

«Aluvión de peticiones»

Era otro frente habitual de enfrentamiento. Según fuentes políticas de la comarca, el Ayuntamiento de Fago se vio sometido a un «aluvión de peticiones» para vivir legalmente en el hermoso pueblo con todos los derechos que eso conlleva, incluido el de tener voz y voto en las asambleas vecinales que había en la localidad. Hubo denegaciones de todo pelaje, hasta para chavales venidos del valle de Isaba, cercanos al entorno pro abertzale. Al parecer hubo un cambio de secretario a comienzos de 2006, más proclive a abrir la mano en el asunto. El relevo crispó a Grima y agravó la tensión.

¿Lo último? El pasado noviembre el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Huesca obligó al Ayuntamiento de Fago a empadronar a dos vecinos, Alejandro Coloma y Mónica Barcos, que habían recurrido una anterior denegación municipal basada en que ambos pasaban en el pueblo periodos cortos y su residencia habitual era otra.

4ª 'PIEDRA': LA CAZA

Un disparo con postas

Vecinos y compañeros de partido de Miguel dicen que, desde que Fago propuso a la vecina localidad de Anso el deslinde de su término municipal, el pueblo se vio sometido a un «ahogo financiero brutal». Se cuenta que había «recelo» a que la jurisdicción fagotana interviniera en los tratos sobre la explotación del coto de caza de Anso-Fago, se comenta que los ganaderos elucubraran sobre futuros peligros para sus derechos de pastos... El hecho es que el cadáver de Miguel apareció con un disparo de postas.

5ª 'PIEDRA': EL DINERO

¿Un mal negocio?

Grima subió de Zaragoza a Fago a finales de los 80. Comenzó fabricando bovinas de hilo hasta que decidió cambiar de negocio y levantó una casa rural formidable. Hay quien sostiene que le iba mal y que posiblemente tuvo que recurrir a pedir dinero prestado, a pesar de que su entorno afirma lo contrario.

«Cuando nos enteramos de su muerte y fuimos a visitar a su esposa», dice un interlocutor, «estaban celebrando la muerte de Miguel en el bar de los impresentables. Con lágrimas, dolor y rabia tuvimos que presenciar ese espectáculo».

Así termina el cuento de Pulgarcito. Andaba perdido por el bosque. Hasta que las piedras le mostraron la salida.

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