Mueren por culpa del aire que respiramos 16.000 personas cada año, casi 11 veces más que fallecidos hay en accidentes laborales y el triple de lo que matan las colisiones de tráfico. En esta España de aglomeraciones urbanas y oxígeno que agoniza los coches son los que más vician la atmósfera. El Gobierno sacó ayer las mascarillas: no se podrá circular en las ciudades que superen ciertos niveles de malos humos. Si contaminas, no conduzcas.
Lo dice el proyecto de Ley de Calidad del Aire y Protección de la Atmósfera, que ayer aprobó el Consejo de Ministros dentro de la estrategia del Gobierno para fomentar las leyes medioambientales -el cambio climático obliga- e inyectar a los ciudadanos un poco de conciencia sostenible.
La vicepresidenta del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega, y la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, comparecieron juntas en rueda de prensa tras la reunión del Consejo para insistir en que el problema es «preocupante» y «urgente».
Algunos ejemplos escalofriantes: entre 12 y 18 millones de españoles viven en lugares donde el ambiente está muy contaminado; hay 140 zonas en nuestro país donde se superan los valores máximos establecidos de sustancias contaminantes del aire; en la UE se producen 350.000 muertes prematuras al año por esta causa y algo más del 4,5% de ellas tiene lugar en España...
«Hemos detectado que cada vez se están registrando más casos de asma, sobre todo en la infancia», añadió Narbona al rosario de calamidades, recordando la especial incidencia que tienen las partículas en suspensión (minúsculas motas de polvo letales e invisibles) en la salud de -sobre todo- los más pequeños.
Tanto que, por la nueva ley, la contaminación se va a incorporar también a los niveles de alerta sanitaria que elabora el Ministerio de Sanidad.
Ante un panorama de cenizas flotantes y pulmones ennegrecidos, medidas drásticas. La norma -que tendrá todavía que ser perfilada en el Congreso de los Diputados- da carta blanca a las comunidades autónomas y a los municipios para que redacten todo tipo de planes destinados a prevenir, controlar y reducir la polución. Así, estarán capacitados para cortar el tráfico en aquellas zonas que superen determinados umbrales de contaminación basados en los estándares que fija la UE.
Esto ya lo aplican, por su cuenta, algunas comunidades autónomas, como Cataluña. En Barcelona, por ejemplo, se van a adoptar algunas medidas para reducir la velocidad de la circulación.
No edificar
Además, tampoco se podrá edificar en los lugares donde no se pase la prueba del algodón, ya que la aprobación de los planes urbanísticos y de ordenación del territorio dependerá de la calidad del aire, en la línea de lo que dictaminan ya las confederaciones hidrográficas para garantizar que haya agua en las nuevas urbanizaciones.
De hecho, se van a elaborar unos mapas que dividan España en dos zonas, la de los que respiran aire limpio y la de los que no, y en los que se señalan los territorios especialmente protegidos.
Y las comunidades autónomas. así como las localidades que tengan más de 250.000 habitantes (como La Coruña, Gijón o L'Hospitalet de Llobregat), estarán obligadas a informar constantemente a sus ciudadanos -y también al Gobierno- sobre el estado del ambiente. La Comunidad de Madrid (donde en 2005 se superó por primera vez en la Historia el límite de monóxido de carbono en el aire) ya facilita esta información a través de internet.
La nueva Ley de Calidad del Aire, que viene a reemplazar a otra que databa de 1972 y que estará acompañada de una estrategia que se aprobará dentro de poco, se rige por el principio de quien contamina paga. Las sanciones para los que ensucien la atmósfera pueden ascender hasta los dos millones de euros y conllevarán también el cierre de las instalaciones que emitan sustancias nocivas.
«Han bajado las emisiones»
«2006 ha sido el año más cálido de la Historia, marcando un hito, pero también España ha contaminado menos y se han reducido las emisiones de gases de efecto invernadero». La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, alertó ayer de la «extraordinaria importancia que tiene para nuestro futuro el cambio climático»; pero quiso, al mismo tiempo, trasmitir un mensaje tranquilizador.
Según un informe sobre esta materia que el Ministerio de Medio Ambiente presentó ayer en el Consejo de Ministros, las cifras son «preocupantes», pero también algo mejores que en otras ocasiones. Cristina Narbona explicó que, durante 2006, las emisiones del sector eléctrico se redujeron un 7,8% respecto a 2005, y que también hay cifras «óptimas» en relación al consumo de carburantes en el transporte y de gas natural.
«Los datos preliminares disponibles apuntan a un significativo cambio de tendencia en las emisiones durante 2006», concluye el informe.
