Sábado, 20 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6243.
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 MADRID
AQUI / NO HAY PLAYA
Angeles sin almohada
Eugenia Rico

Ashley es una niña de nueve años. Saltó a la fama porque ha conseguido lo que Peter Pan soñó. Ashley nunca crecerá. No será mujer. Sus padres la llaman Angel de la almohada, porque se queda justo allí donde la has dejado. Parece el bebé perfecto, el que no da problemas. Nadie le ha pedido permiso a Ashley, porque, como todos los bebés, no puede hablar. Dicen que su edad mental es de tres meses. Y nadie ha conseguido meterse en la cabeza de un bebé de tres meses. Todavía. Los padres de Ashley han decidido extirparle el útero y las glándulas mamarias. Sin pechos y sin voz para pedirlos. Dicen que así le evitan el dolor de la menstruación. Parece que el dolor de la operación quirúrgica no importa. Ashley está recibiendo dosis elevadas de estrógenos para que no pueda crecer. Muchos piden que se dé este tratamiento a todos los niños discapacitados: un ejército de enanos indefensos. Los padres dicen que lo hacen por el bien de la niña y uno piensa en la situación de esos padres que deben bañarla y cuidarla sin ayuda. No hay Seguridad Social en los Estados Unidos. La desesperación puede llevar a un padre a mutilar a su hijo.

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No sabemos si los padres de Ashley tomarían la misma decisión si tuvieran ayuda del Estado para hacerse cargo de ella, pero sabemos que Freud dijo que, en sus sueños más ocultos, a algunos padres les gustaría que sus hijos no crecieran, que fueran siempre Angeles de la almohada. También muchos políticos quisieran que los ciudadanos fueran niños fáciles de manejar, que nunca pensaran por sí mismos. Así, dicen los políticos, podremos cuidar mejor de vosotros. Así, dicen los padres de Ashley, cuidaremos mejor de ella. Los médicos han hecho posible el tratamiento Ashley y la televisión hace creíble que sigamos siendo niños tutelados. Niños a los que no dejan crecer. Puede que nos despertemos para descubrir que, en realidad, nuestra edad mental es de tres meses. Eso es lo que parecen creer los que nos dicen que la Guerra ha llevado la Democracia a Irak. Si luego resulta que democracia es no ser capaz de ahorcar a un hombre sin además decapitarle, será mejor que nos apliquen a todos el tratamiento Ashley.

Puede que no queramos crecer para no ver un mundo como el nuestro, un mundo feliz en el que se puede conseguir que un niño no crezca, pero es imposible que millones de niños no mueran de hambre. La ciencia no puede acabar con la malaria, pero sí con el crecimiento. No puede ayudar a Ashley, pero puede hacerla más manejable. No pueden convencernos, pero pueden adormecernos. Nadie puede juzgar a los padres de un niño discapacitado, pero todos debemos juzgar a los políticos que hemos votado. Porque todos tienen derecho a crecer. Incluso ellos.

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