Sábado, 20 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6243.
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Todos queremos la paz. Por desgracia, a veces hay que defenderla combatiendo el terror y la tiranía (James H. Douglas)
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Activistas en primera plana
LEOPOLDO ALAS

. on todos los que están aunque no estén todos los que son. Es un tópico recurrente pero verdadero. El libro colectivo Primera plana, publicado por la editorial Egales y coordinado por Juan Antonio Herrero Brasas, reúne colaboraciones de 39 activistas del movimiento gay, entre militantes propiamente dichos, profesores, periodistas, escritores y un artista, el fotógrafo David Trullo

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El título de este libro nació del comentario despectivo que le hizo un catedrático de la UNED, cuando Herrero Brasas intentó sin éxito integrarse en su facultad, para referirse a los estudios dedicados a la cuestión gay. Dijo algo así: «Esas investigaciones de primera plana no interesan en la universidad española». Del desprecio siempre nacen nombres con fortuna, como modernistas o venecianos (referido a los poetas) o, tratándose de homosexuales, el término peyorativo queer, que significa, entre otras cosas, raro, extravagante, heterodoxo, maricón, en definitiva (pero también bollera, travesti y cualquier forma de ser que se salga de la estricta norma). Esta palabra, que aparece en el subtítulo, La construcción de una cultura queer en España, fue precisamente la piedra de toque de la polémica que el jueves desató Urbano Hidalgo (subdirector de la revista Zero) en la presentación del libro en Berkana.

Para curarse en salud, la editora Mili Hernández aclaró que ella hubiera preferido el término homosexual, más amplio y más comprensible para una mayoría de lectores. Pero quizá el coordinador del libro eligió queer para provocar a los intelectuales (pocos en nuestro país) que, desde sus posiciones académicas, pretenden apropiársela en farragosos estudios que, por cierto, tanto recuerdan, en su abstrusa vacuidad, a la retorcida jerga de los estructuralistas, que era un auténtico coñazo.

En todo caso, este libro de primera plana es más bien una sucesión de primeros planos, pues recoge las visiones subjetivas y los testimonios personales de una serie de individuos (entre los que me enorgullece figurar) que han contribuido a normalizar la homosexualidad en España, actores con mayor o menor protagonismo del proceso que culminó en la consecución de la plena igualdad jurídica para gays y lesbianas. Aunque es justo señalar que los transexuales, a punto de lograr su dignidad identitaria en una sociedad que siempre les desprecia, han vuelto a ser marginados, sin duda por descuido, en esta significativa aunque necesariamente incompleta selección de nombres propios.

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