Sábado, 20 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6243.
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Hallan en estado salvaje a una camboyana que desapareció hace 19 años en la jungla
Vivía desnuda y emplea un lenguaje ininteligible
DAVID JIMÉNEZ. Corresponsal en Asia

Al verla con el pelo más allá de las rodillas, completamente desnuda y caminando a cuatro patas, los habitantes de la aldea camboyana de Oyadaw dudaron si lo que acababan de atrapar era fiera o persona. Ksor Lu, un policía local, acudió a ver qué ocurría y despejó la duda de sus vecinos. «Es mi hija», anunció. Rochom Pngieng fue hallada el pasado sábado tras haber desaparecido sin dejar rastro hace 19 años y haber vivido en las densas junglas del noreste de Camboya, entre animales salvajes y bosques infectados de malaria.

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«Pensamos que se la había comido alguna fiera», ha dicho su padre, que reconoció a su hija por una cicatriz en su brazo derecho. La mujer, que hoy tiene 27 años y no ha sido capaz de comunicarse en ninguna lengua inteligible, pide la comida cuando tiene hambre señalando a su estómago y se muestra incapaz de utilizar cubiertos o llevar vestidos.

Los habitantes de la aldea la han descrito como un ser «medio humano, medio salvaje» y creen que la joven ha permanecido todo este tiempo secuestrada por los espíritus de los bosques. «No duerme», ha asegurado su padre. «Se sienta y mira a derecha e izquierda», añade. Ksor Lu y su esposa, Rocham Yit, dicen no tener ninguna duda de que la mujer es la hija que perdieron en 1988 mientras cuidaba de uno de los búfalos de la familia y han aceptado someterse en los próximos días a una prueba de ADN para confirmar su parentesco. El primer avistamiento de Pngieng se produjo cuando un vecino de la zona, habitada por la etnia Jrai, la descubrió comiéndose su almuerzo en una zona apartada de la provincia de Rattanakiri, a 320 kilómetros de la capital camboyana de Phnom Penh. «Vio a un ser humano, que parecía una persona de la jungla, tratando de robar su comida», según el relato ofrecido a la agencia de noticias AP por el subdirector de la policía provincial, Chea Bunthoeun.

Las cicatrices que Pngieng tiene por el cuerpo sugieren que pudo haberse caído en una de las trampas que los leñadores utilizan para atrapar a los animales del bosque, situado en una de las zonas selváticas más densas del sureste asiático. La supuesta aldea natal de la mujer ha creado un grupo de vigilancia después de que Pngieng haya indicado con gestos su deseo de volver a la jungla. Sus primeros días en el pueblo los pasó llorando, gritando cada vez que alguien se le acercaba y arrastrándose por el suelo para buscar comida, sobre todo granos de arroz. La joven, que se encuentra extremadamente delgada y en un principio no reconoció a sus padres, ha experimentado alguna mejoría en las últimas horas y se encuentra más tranquila, según los vecinos.

Mínimo de alimentos

La policía no se explica cómo la joven haya podido sobrevivir todos estos años en una zona llena de animales salvajes y malaria donde el acceso a alimentos es mínimo. La historia de Pngieng es una repetición de la experiencia del niño encontrado en el sur de Francia en 1799 por Víctor de Aveyron y que Truffaut llevó al cine con el titulo de El pequeño salvaje (1969).

Los intentos del médico Jean Marc Gaspard Itard por reincorporar al pequeño a la sociedad estuvieron plagados de problemas y suponen una referencia de las dificultades que podrían esperar a la niña de la selva camboyana. Su padre, sin embargo, se muestra optimista. «No será fácil, pero la vida la está esperando», ha asegurado Ksor Lu.

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