Se ha intensificado la presión de Estados Unidos sobre Irán; soldados estadounidenses asaltaron el consulado iraní en el Kurdistán y se apoderaron de cinco prisioneros iraníes, el vicepresidente Cheney refunfuñó y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, recitó sus regañinas y más buques de guerra de Estados Unidos emprendieron rumbo hacia el Golfo Pérsico. Sin embargo, muy poco tiempo después del linchamiento de Sadam Husein, el rebotar de la cabeza del decapitado Barzan Ibrahim al Tikriti, hermanastro de Sadam, enviaba un mensaje más nítido aún si cabe sobre el poder de Estados Unidos en Oriente Próximo que la llegada de otro portaaviones al Golfo Pérsico.

Para EEUU, las ejecuciones son un desastre estratégico. Constituyen la prueba de que los norteamericanos no son capaces de controlar los acontecimientos en su propio beneficio, ni siquiera allí donde han tenido desplegadas sus tropas durante varios años. Como ha escrito Arnaud De Borchgrave para United Press International, «el Gobierno de Maliki es consciente de que la presencia de Irán en Irak es en estos momentos mucho más influyente que la de EEUU. Va a favor de los intereses de Irán que se genere caos en Irak para acelerar la retirada estadounidense. El que esa retirada pueda interpretarse como un nuevo despliegue estratégico va a depender más de decisiones adoptadas en Teherán que en Washington».

Según Conflicts Forum, una prestigiosa ONG estadounidense especializada en política de Oriente Próximo, el calendario y la forma de las ejecuciones han sido dictados por Teherán. «Con sus presiones para que se ejecutara a Sadam, Irán parece haber sacado la cabeza por encima de la de Estados Unidos y demostrado de manera gráfica que ahora es Irán la fuerza dominante en Irak y no Estados Unidos». Irán se está cobrando venganza de la «Guerra Impuesta» (1980-1988), iniciada por Sadam, en la que perdió la vida un millón de seres humanos. Alentado por EEUU, Sadam Husein empleó gas venenoso contra Irán para impedir que los iraníes ganaran una guerra que ellos no habían empezado. Para Irán es un deleite que se produzcan simultáneamente el linchamiento de Sadam y la humillación del Gran Satanás precisamente en Irak. Según la versión facilitada por la agencia de noticias iraní, el ayatolá Rafsanyani, el influyente ex presidente de Irán, ha dicho que «los sucesos de Irak constituyen un ejemplo claro de justicia divina».

Abundan rumores de un ataque aéreo inminente norteamericano-israelí contra Irán con la excusa de dejar inservible su programa nuclear. No resulta fácil leer los procesos mentales de George W. Bush, pero probablemente se trate de un bluf. En este punto, Rusia entra en juego. En el programa atómico de Irán están trabajando técnicos rusos que podrían resultar muertos en caso de ataque aéreo. Y casualmente se da la circunstancia que de Rusia procede no menos del 60% del petróleo que Israel consume. Así que matar rusos podía costarle muy caro a Israel. Putin cuenta con un amplio historial de cerrar los grifos cuando algo le desagrada. La retirada del personal ruso de Irán sería el indicio más claro de que algo grave realmente iba a suceder.