ADRIAN SACK. Especial para EL MUNDO
LONDRES.-
La debilitada imagen de Tony Blair recibió ayer dos nuevos golpes. De nuevo, la Administración del líder laborista fue involucrada en sendos escándalos de corrupción con consecuencias políticas. La primera complicación para el Gobierno británico se produjo el viernes, con la detención de una de las más estrechas colaboradoras de Blair, por su presunta relación con la compra de títulos nobiliarios a Downing Street por parte de patrocinadores que financiaron la última campaña del Partido Laborista.
Ruth Turner, consejera política y una de las figuras más cercanas a Blair, fue arrestada por Scotland Yard a las 6.30 horas e interrogada durante «varias horas», según la BBC. Turner fue liberada a mediodía tras intensas gestiones.
Blair defendió a su empleada: «Es una persona de la más alta integridad, por quien yo siento gran respeto y admiración, y continúo confiando plenamente en ella», dijo en un comunicado.
También ayer salió a la luz el virtual abandono del Gobierno británico de la supervisión de una importante causa por venta de armas a Arabia Saudí. Londres dejó de lado la investigación de un dudoso acuerdo por venta de armas por 60.000 millones de euros entre los saudíes y la corporación británica BAE.
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