ISABEL SAN SEBASTIAN
Si Zapatero buscase un gran consenso para hacer frente al terrorismo etarra, no habría despachado emisarios para negociar con los terroristas de espaldas al PP, antes incluso de ganar las elecciones o después del atentado de la T-4. No habría impulsado una resolución en el Congreso para bendecir el diálogo con la banda sin contar con la oposición que representa a 10 millones de electores. No habría anunciado la reunión entre López y Otegi, como tributo de sumisión a ETA, en el Debate sobre el estado de la Nación, cuando Rajoy ya no tenía turno de palabra. No le habría engañado cada vez que le ha llamado a La Moncloa.
Si Zapatero quisiese tomar medidas concretas para acabar con ETA, no abogaría por un pacto universal entre quienes comparten fines y encuentros clandestinos con la organización terrorista (ERC o PNV) y quienes han sufrido en sus filas el brutal zarpazo de sus pistoleros (PP). No haría demagogia con el papelito que más eficaz se ha revelado a la hora de acorralar a los asesinos, el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo ni se empeñaría en neutralizarlo por el procedimiento de ampliarlo hasta el infinito diluyendo al mismo tiempo su contenido y su propósito.
Si Zapatero conociese la Historia, se atuviese a los hechos y no confundiese sus delirios con la realidad, sabría que Batasuna/ETA es un mundo monolítico dentro del cual los matices no son sino maniobras tácticas, porque quien manda es la facción armada y quien no obedece al primer toque tiene sólo dos opciones: el silencio o la fosa. En caso contrario, haría tiempo que Otegi y los demás habrían condenado sin ambigüedades las barbaridades de sus compañeros de izquierda patriótica.
Si Zapatero tuviese como finalidad aislar a los criminales etarras y no a su rival en las urnas, que es lo que persigue de verdad, no cultivaría la relación con el autor del plan Ibarretxe ni pondría todas sus esperanzas en ese PNV cuya vigente «Propuesta por la Paz y la Normalización» subraya la existencia de un»conflicto político no resuelto» y compromete al partido a luchar por «defender la identidad nacional de Euskal Herria y el derecho a decidir del pueblo vasco». O sea, exactamente lo mismo que persigue ETA.
Si Zapatero y el PSOE creyeran de verdad en la democracia y la Constiución no amordazarían al PP en el Parlamento, para mayor gloria del proceso de paz que se mantiene vigente a pesar de los muertos de Barajas, aunque vuelva a ser secreto.
Si Zapatero se comportara como el presidente del Gobierno de España... no sería Zapatero.
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