MARÇAL SINTES
La estrategia, la estrategia medular de Montilla y sus chicos, está funcionando. He hablado en esta sección unas cuantas veces de ella. El tripartito la está implementado con determinación de legionario. Esta misma semana, el otrora locuaz Carod-Rovira aguantó estoicamente y sin calentarse la paliza verbal que le dio el convergente Felip Puig en el Parlament. Tal fue el chaparrón que la socialista Lídia Santos se vio en la obligación de salir en defensa del de Cambrils. Otra muestra de disciplina la había ofrecido el miércoles Oriol Amorós, el secretario de Inmigración y también de ERC, quien rectificó sin rechistar unas declaraciones que a Montilla le habían parecido desacertadas.
En cuanto a las relaciones con el Gobierno español, más de lo mismo. La reunión entre Montilla y Zapatero pasó sin pena ni gloria, al igual que la participación del presidente catalán en la conferencia de presidentes autonómicos. Por su parte, Saura y el ministro Sevilla acordaban avisarse y prevenir posibles conflictos competenciales. De momento, sólo la actitud escandalosamente sumisa de Ernest Maragall ante la ministra Cabrera, los problemas de Saura con los okupas y las grietas causadas por las obras del AVE han arañado superficialmente el caparazón opaco tras el que se protege el gabinete Montilla.
Alguien alegará con toda la razón del mundo que hacer poco ruido no equivale a gobernar bien. Pero recuérdese lo que ocurría antes. El lío era tremendo; las peleas, públicas; los errores, encadenados.Tal vez cosas parecidas sucedan hoy también, pero apenas se nota nada. El sosiego del fets, no paraules o del calladitos estamos más guapos se propaga. Aunque sea solamente por contraste, el ciudadano, que llegó literalmente al hartazgo, siente que se respira mejor. Además la furia que se ha enseñoreado de Madrid y la política española contribuye también a que el alivio gane terreno.
Pero, ¿va ERC a someterse a Montilla hasta el final? La verdad es que dudo mucho que pueda permitírselo. La ecuación es simple: si los republicanos permanecen hibernados durante toda la legislatura quienes van a cosechar los frutos de la operación serán el presidente y el PSC. Van a embolsarse los fets, mientras que los independentistas sufrirán el inevitable desgaste provocado por su silencio corderil y sus renuncias. La articulación de un sector de descontentos en torno al ex conseller Carretero puede ser sólo el principio.Precisamente Carretero arremetía ayer contra la dirección republicana en la primera parte de un artículo -la segunda debe aparecer hoy- en el diario Avui. El título, ERC, de planeta a satélite retrata con toda elocuencia el dilema al que se enfrentan Carod y Puigcercós. Entre otras cosas, denuncia que Esquerra había optado por repetir el tripartito antes de celebrarse las elecciones ganadas por Artur Mas.
Montilla debe estar de buen humor. Pese a que el Gobierno fue hecho a martillazos (el invento antiestatutario de la vicepresidencia; Ernest Maragall en Ensenyament; Tura en Justícia; Interior en manos de Saura; sin conselleria de Universitats ni de Inmigració; etcétera), la percepción ciudadana es más bien positiva, la cúpula de ERC vive obsesionada por obedecer y no meter la pata, y CiU discute peligrosamente su futuro. Todo ello, y eso es lo realmente impresionante, con sólo 37 diputados de 135. Voilà.
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