MADRID. - Cuando el cocinero argentino Ariel Rodríguez llegó a Barajas, un policía lo miró fijamente: «¿Qué es eso que lleva, ahí?». «¿Esto...? -preguntó señalando su pimentero de más de un metro-, Mi capochone... Donde guardo mis artes ocultas», soltó sin más, con espontaneidad y desparpajo.
Las mismas armas que desplegará cada mañana en Antena 3 donde, a partir del próximo 29 de enero, recibirá diariamente a las 12.00 de la mañana a 43 mujeres, a quienes les enseñará a preparar uno o dos platos al día en El toque de Ariel, el nuevo espacio producido por El Mundo TV.
Pero, frente al resto de programas culinarios, cada vez más frecuentes en la parrilla televisiva, éste será un auténtico show alrededor de los fogones. Nada más empezar cada programa, un tendero proporcionará a Ariel Rodríguez los productos necesarios -recién adquiridos en el mercado- con los que hará sus guisos.
Mientras el Maradona de los fogones da forma a sus recetas, una orquesta pone música en directo al programa y las espectadoras toman notas, hacen preguntas, degustan cada plato y conocen en primera persona todos los secretos necesarios para hacer la receta de forma idéntica en casa.
Todo un reto para Ariel Rodríguez, quien sólo utilizará esos ingredientes básicos que nunca faltan en la despensa de un español medio. «En muchos espacios de cocina, la presentación final resulta estupenda, mas la comida es incomestible», afirma con cierto aire de pícaro.
Este mago de los pucheros explicará, además, la técnica para conseguir el punto de cocción y preparación adecuados de cualquier producto y evitar, por ejemplo, que «un bacalao con tomate se haga puré nada más metérnoslo en la boca». Ariel Rodríguez enseñará a principiantes y expertas, saltará, bailará, improvisará...
¿Todo a la vez, mientras cocina? Pues «claro», asegura con ironía, «porque en el plato no pienso... Me sale de corrido».
Y no es de extrañar. Después de su exhaustiva formación en las escuelas más prestigiosas de París, la trayectoria de este maestro de la cocina se cuenta por sus éxitos en televisión, la fama de sus restaurantes y su dedicación a la docencia en el Instituto Argentino de Gastronomía de Buenos Aires, con más de 3.000 alumnos dispuestos a dejarse la piel frente a una mesa atiborrada por cientos de ingredientes. En su andadura, también hay varias toneladas de vocación y una pizca de genética, en la que su abuela acapara todo el protagonismo.
«Al comentarle a mi padre que quería ser cocinero, me miró con los ojos fijos y me dijo: «¿Cocinero, tú? ¡Si eres un vago!». Por contra, su abuela le enseñó a manejarse entre fogones y le contagió su superstición: «Ser incapaz de tirar las hojas de los ajos sin quemarlas. Me traía mala suerte...». Pero, «gajes de la profesionalidad, he tenido que superarla. Por higiene, claro», afirma entre risas.
Extrovertido como pocos, este showman, con carácter de prime time, transforma la cocina en una auténtica «obra de arte». Pese a todo, no quiere transformarse en otro Arguiñano o José Andrés.
«Sé que España está a la vanguardia de la cocina mundial... Sin embargo, sólo aspiro a que, a partir de lo que enseñe, salgan muchos Arzak», confiesa el autor del manual Técnicas básicas del Maestro de la Cocina, imprescindible en todas las escuelas de gastronomía.
Conocimiento e imaginación serán las cualidades con las que este mago de los pucheros seduzca al público. Será un paso más en su espectacular trayectoria en la que nunca faltan cominos, «por su inigualable sabor», vino tinto y rock nacional argentino.