JUAN DE DIOS ROMAN
Los entrenadores siempre huyen de pronósticos en el primer partido de los torneos. El Mundial es, en teoría, la competición más dura y si, además, te toca un rival como Egipto, no cabe duda de que España iniciaba su camino con una dura tarea. Se cumplió parte del guión de un partido inaugural: necesidad de minutos, quizá demasiados, para encontrar el ritmo adecuado individual y colectivamente. Con lo que no se contaba era con que el contrario entrase como una locomotora, preciso, concentrado y ajeno a los típicos nervios del debut.
Cuando se finaliza el primer partido con victoria y la irregularidad que se presume, la alegría la concede el resultado positivo y la seguridad de la mejora del juego en el futuro. Como España supera un trance complicado en base a un excelente segundo tiempo, las perspectivas, buenas de partida, se hacen presentes de manera incontestable. No sólo ha sido comenzar y ganar, sino hacerlo con suficiencia por las enormes dificultades que plantearon en el terreno los egipcios.
La velocidad cabe interpretarla de variadas maneras. Los jugadores contrarios, en el partido, manifestaron esta cualidad en los movimientos cortos dentro del ciclo de pasos que el reglamento permite; frenan y aceleran en décimas de segundo de manera explosiva, acortan o amplían los pasos con cambios de ritmo de mucha dificultad para los defensores y la mayoría de ellos dispone de un fácil, y rápido igualmente, lanzamiento. Especial calidad en su siete titular muy dinámico. Ante este panorama, muy peculiar por otra parte y al que el balonmano español está poco habituado, el desajuste defensivo de España venía motivado por las dudas ante las riquezas citadas y ello contribuyó a viajar con resultado adverso muchos minutos.
La variante 6:0 defensiva del segundo periodo hizo que se alejaran las dudas y el rendimiento defensivo subió como la espuma. Hombrados, más protegido, dictó lecciones de buen hacer en portería; los hombros y las cabezas se entonaron para decidir con mayor soltura en los lanzamientos y aclarar conceptos tácticos. Así las cosas, y no hay que olvidar el cansancio de los jugadores claves de Egipto, el cambio de dinámica se produjo en el momento clave del partido. Finalizó de hecho con clara superioridad del equipo campeón del mundo, y con sufrimiento. Desde mi óptica, una excelente inversión: ganar con dificultad fortalece en el plano psicológico más que una cómoda victoria.
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