La policía turca detuvo ayer al presunto asesino del intelectual de origen armenio Hrant Dink, unas horas después de que su padre lo reconociera en las fotografías difundidas por los medios de comunicación y alertara de ello a las autoridades. Se trata de Ogün Samast, un joven de 17 años recién salido del instituto y originario de Düzköy, en la provincia de Trebisonda (noreste de Turquía).
Ogün fue arrestado en la estación de autobuses de Samsun, en la costa del Mar Negro, cuando regresaba a su ciudad natal con el arma del crimen aún en su poder. El pasado jueves les había dicho a sus padres que viajaba a Estambul y que volvería tres días después. Según la prensa turca, el supuesto autor de la muerte de Dink estaría también implicado en la colocación de una bomba en un McDonald's de Trebisonda en 2004.
A medianoche, el gobernador de Estambul, Muamer Güler, y el primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, confirmaron la noticia y adelantaron que el adolescente sería trasladado de nuevo a Estambul para ser interrogado.
Hasta el testimonio del padre de Ogün, en la tarde de ayer, el único material con que contaba la policía eran las imágenes captadas por la sucursal de un banco situada en la misma calle donde se produjo el asesinato. En ellas aparecía un hombre de unos 20 años, de complexión delgada, con un fino bigote y ligera barba, que vestía ropa vaquera y un gorro blanco.
Las instantáneas eran tan claras que el gobernador de Estambul decidió entregarlas a la prensa y éstas circulaban horas después por internet. Además, se había pedido la colaboración activa de los ciudadanos, a cuya disposición se pusieron dos números de teléfono y una dirección de correo electrónico para que aportaran cualquier información que ayudase a solucionar el caso.
Hrant Dink fue abatido el pasado viernes de cuatro disparos, todos ellos en la cabeza, frente a las oficinas de Agos, un semanario editado en turco y armenio del que era fundador y redactor jefe. Desde sus páginas, así como desde los diarios con los que colaboraba (Zaman y Birgün), Dink había denunciado el genocidio armenio, es decir, la masacre de alrededor de un millón de miembros de esta comunidad cometida por el aún Ejército otomano durante la I Guerra Mundial.
Por ello, fue juzgado hasta en tres ocasiones, la última vez en octubre del pasado año. Entonces, y en virtud del polémico artículo 301 del nuevo Código Penal, fue condenado a seis meses de cárcel por «difamar la nación turca», si bien la sentencia se mantenía suspendida.
Dink, que también desempeñó un importante papel en varias plataformas democráticas y organizaciones cívicas, se había granjeado la enemistad de grupos ultranacionalistas, que le consideraban un traidor a Turquía y le habían llenado el ordenador de amenazas de muerte, según denunció el intelectual en su última columna para Agos.
Precisamente, las autoridades turcas están recibiendo multitud de críticas por no haber garantizado la seguridad del periodista y escritor. «Como no pidió escolta, no tenía una protección estrecha. Sólo se tomaron precauciones generales de seguridad», se excusó Muamer Güler.
'Todos somos armenios'
Las críticas al asesinato de Dink se sucedieron desde el primer momento, tanto dentro como fuera de Turquía. Erdogan apareció varias veces en televisión para mostrar su rotunda condena del atentado. «Como nación, nos enfrentamos a una provocación abierta y atroz. Declaro una vez más, como una respuesta a los provocadores que tienen las manos manchadas de sangre, que las balas disparadas contra Hrant Dink fueron disparadas contra todos nosotros. Somos conscientes de nuestra responsabilidad como gobierno y haremos de esto una prioridad [...] Hrant Dink era un hijo de esta tierra», declaró ayer en un encuentro con su partido, el gubernamental AKP.
También la Unión Europea, Estados Unidos, el Gobierno armenio o Amnistía Internacional (AI) condenaron enérgicamente el asesinato.
Pero han sido la prensa y el pueblo turcos los que se han revelado más críticos. Los medios locales denunciaron el crimen como una «traición» contra toda Turquía y llegaron a pedir la derogación del artículo 301, el mismo por el que el último Nobel de Literatura, Orhan Pamuk, ha pasado por los tribunales.
La noche del viernes, unas 5.000 personas se concentraron en la plaza de Taksim, en pleno centro de Estambul, para denunciar el crimen con lemas como Todos somos Hrant Dink. Todos somos armenios.
El funeral de Hrant Dink, que deja esposa y dos hijos, tendrá lugar el próximo martes 23 en la iglesia Madre María, de Estambul. Después, será enterrado en el cementerio armenio de Balikli, en el barrio estambulí de Kumkapi.