La decisión ha supuesto un duro golpe al crimen organizado y a las grandes organizaciones de narcotraficantes, pues, a pesar de que todos llevaban varios años entre rejas, seguían operando y organizando la distribución de droga con total impunidad desde prisión.

La medida fue ejecutada en un sigiloso operativo que concentró en el aeropuerto de la capital mexicana a los narcotraficantes y los trasladaron en avión hasta Texas, donde fueron entregados a las autoridades norteamericanas.

Estados Unidos señaló que se trata de un «día histórico» en la lucha contra el crimen organizado y consideró que entre los extraditados se encuentran «algunos de los criminales más brutales».

«Las acciones del Gobierno mexicano no tienen precedente tanto en magnitud como en importancia. Estados Unidos jamás ha recibido de México un número tan grande de presuntos narcotraficantes y otros criminales que son perseguidos por la Justicia de este país», dijo el secretario de Justicia estadounidense, Alberto R. Gonzales. «Reconocemos la valiente posición del presidente Felipe Calderón y su Gobierno en la lucha contra la violencia y corrupción por narcotráfico que afecta a ambas naciones».

Sin duda, la llegada más esperada fue la de Osiel Cárdenas, líder del cártel del Golfo. Cárdenas había sido capturado cinco veces tanto en México como en EEUU, pero consiguió esquivar la cárcel hasta que fue capturado en 2003 en un tiroteo con el Ejército en Matamoros. Cárdenas reclutó a ex militares y formó uno de los grupos más sanguinarios de México, Los Zetas, responsable de gran parte de la ola de violencia que sufre el país.