Nunca antes el resultado de una votación estuvo tan claro, nunca antes la clase política se había inmiscuido en el devenir de un concurso de televisión, nunca antes tres famosos de medio pelo habían provocado un incidente diplomático. Jade Goody, concursante de Celebrity Big Brother, la versión para famosos del archiconocido Gran Hermano que emite en el Reino Unido Channel 4, fue expulsada el viernes de la casa por decisión del 82% de los telespectadores.
Goody se ha convertido en desagradable protagonista de la semana al realizar comentarios considerados racistas contra otra de las concursantes, la actriz de Bollywood Shilpa Shetty. La ha llamado perra, paki -calificativo despectivo con el que se denomina en este país a los procedentes de India o Pakistán- y se ha sumado, junto a otras compañeras de casa -Danielle Lloyd y Jo O'Meara-, a las humillaciones constantes que ha padecido Shetty.
«En India comen con las manos, ¿no? ¿O eso es en China?», se preguntaban entre risas y gestos de desprecio, antes de concluir: «Nadie sabe dónde han metido sus manos».
La audiencia de Celebrity Big Brother empezó a crecer con el enfrenamiento. En el Parlamento, el primer ministro, Tony Blair, tuvo que decir que estaba en contra «de toda forma de racismo», mientras que Gordon Brown, ministro de Economía y su más que posible sucesor, se encontró con todo el jaleo cuando estaba ni más ni menos que en India.
Las autoridades de aquel país protestaron, la gente salió a la calle a quemar monigotes que representaban a las faltonas concursantes de Gran Hermano y en los medios se abría el debate sobre la evolución de la sociedad británica, tolerante por definición, hacia la intransigencia.
Brown fue claro horas antes de la votación que acabó con Goody en la calle: «La gente es dueña de su voto, pero un voto por Gran Bretaña es un voto por la tolerancia».
Y la gente reaccionó. Y Goody se fue a la calle. Y la chica, en un mar de lágrimas, se confesó culpable. Lo hizo horas antes de recoger la maleta, cuando releyó lo que había hecho y se sorprendió de sus palabras: «Oh, Dios mío, quizá sea una racista».
Al salir, convertida en una apestada que ha perdido contratos publicitarios y cuyos perfumes -una marca utilizaba su cara para promocionar un producto- han sido retirados de estanterías de muchas tiendas, reconoció su culpa: «No me gusto. Estoy avergonzada de mí misma».
La verdad es que en la expulsión de esta concursante no hubo emoción. Los inquilinos de la casa de Gran Hermano se agarraron de las manos, cerraron los ojos y se mostraron ridículamente preocupados por su futuro cuando todos sabían que la elegida era Goody, que ahora empezará su carrera por televisiones y periódicos sensacionalistas disculpándose por lo ocurrido.
«Me han visto como una persona estúpida, como ese tipo de personas que no me gustan. No soy racista y, de verdad, pido perdón a cualquiera al que pueda haber ofendido». Su mérito para estar en la casa de Gran Hermano entre otras celebridades ha sido participar en varis ediciones de este programa. No más.
Shilpa Shetty, centro de sus iras, al menos es una estrella reconocida en Bollywood, la factoría de cine indio capaz de producir más películas al año que Hollywood y enloquecer a todo un país.
Al hilo de la polémica, una encuesta: el 55% considera que los insultos contra Shetty son impropios de la sociedad británica y la mitad mantiene que Channel 4 ha manejado la polémica para ganar audiencia.