Domingo, 21 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6244.
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 NUEVA ECONOMIA
ESPAÑA VA BRENT
La bajada del precio del petróleo puede resultar clave para corregir desequilibrios como la inflación o el déficit comercial. Por
P. García

La coyuntura económica se ha puesto del lado del Gobierno. Tanto es así que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero se ha atrevido a pronosticar que 2007 será el año definitivo, el año del éxito. Y una de las claves para la consumación de este anhelo pasa porque el precio del barril se mantenga por debajo de los 60 dólares (esta semana el Brent ha llegado hasta los 51 dólares).

El vicepresidente segundo y Ministro de Economía, Pedro Solbes, ha reconocido en distintas ocasiones que los retos a los que se enfrenta la economía española son la falta de productividad y el agotamiento de un modelo basado en el consumo y en el ladrillo; modelo que ha generado tasas muy importantes de crecimiento y de creación de empleo, pero que, al tiempo, ha causado desequilibrios en los precios (0,8 puntos por encima de la media de la UE en 2006) y en la balanza comercial, cuyo déficit ha superado los 829 millones de euros.

Pero un barril por debajo de los sesenta dólares en 2007, como ya pronostican algunos analistas, puede resultar providencial a la hora de sacar pecho en la próxima campaña electoral, en la que, según fuentes socialistas, la gestión económica ocupará un papel protagonista.

Respecto al déficit comercial, fuentes del Ministerio de Economía se limitaron a recordar que en 2005 se incrementó un 28,3% respecto al año anterior y que el coste de los productos energéticos fue responsable de hasta un 45% de aquella subida. En 2006 la tendencia se repitió y del 18% de crecimiento del déficit respecto al año precedente, el precio de la energía acaparó un 70%. A este dato hay que añadir otros, entre ellos, la recuperación de las economías europeas, nuestros principales clientes, y el previsible enfriamiento de la demanda interna debido, entre otras cosas, a la política de subidas de tipos de interés que viene protagonizando el BCE.

Por lo que a la inflación se refiere, la repercusión del precio del petróleo resulta evidente. Según fuentes de Economía, del incremento del 2,7% del IPC con el que cerró el mes de diciembre, la energía fue responsable en 0,24 puntos porcentuales. De hecho, en su comparecencia ante la prensa para dar cuenta del comportamiento de los precios en diciembre de 2006, el secretario de Estado de Economía, David Vegara, vaticinó que si el crudo se mantiene en los niveles actuales «la inflación podría estar sensiblemente por debajo del 2,5% a mediados de 2007». Y es que los cálculos no parecen demasiado complicados ya que el precio del petróleo alcanzó sus máximos históricos en el primer semestre del pasado año, de hecho, rozó los ochenta dólares en el mes de agosto. Así que, hasta entonces, el efecto escalón provocado en 2006 por las incesantes subidas del crudo se tornan en circunstanciales aliados del Ejecutivo.

Donde no arriesga el Gobierno es en las previsiones sobre el crecimiento, a pesar de que la última actualización del Pacto de Estabilidad planteaba para 2007 un incremento del 3,4% del PIB calculado, eso sí, con una barril a 66,3 euros. El Gobierno, como ha hecho hasta la fecha, desvincula crecimiento e inflación.

En mayo de 2005, un estudio realizado por la Unión Europea advertía de que un incremento constante de los precios del petróleo en un 25% se traduciría en tres décimas menos de crecimiento. Si en economía funcionara la cuenta de la vieja se podría dar la vuelta a la tortilla y decir que un descenso de esas características podría traducirse en varias décimas de crecimiento añadido. Pero en la economía, por no funcionar, no funciona ni lo de la cuenta de la vieja.

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