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| Hay un remedio para las culpas, reconocerlas (Franz Grillparzer) |
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| Impresiones |
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| Fago, retrato de una España rural que pervive |
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El asesinato del alcalde de Fago (Huesca) podría haber inspirado una novela de Agatha Christie porque la Policía cree que el crimen pudo haber sido cometido por uno de los 35 habitantes del pueblo. La mitad de ellos lo quería y la otra mitad lo odiaba por su fuerte carácter y por no haber nacido en el pueblo. Nuestro suplemento Crónica publica hoy un extenso reportaje sobre el clima que se respira en el pueblo, en el que nadie quiere hablar con los periodistas desplazados tras conocerse el crimen. Fago podría representar muy bien la sociología de una España rural que está desapareciendo, pero que todavía existe en miles de pueblos que tienen menos de un centenar de habitantes. Contra el tópico difundido por algunos ecologistas, estos pueblos no suelen ser paraísos donde se disfruta de la cercanía de la Naturaleza, sino lugares donde un puñado de familias convive con odios ancestrales que, a veces, acaban de forma trágica. Esto es lo que sucede en Fago, un pueblo bellísimo, donde sus vecinos no se hablan y dirimen sus querellas en los juzgados. Ayer hubo una manifestación en la que cientos de personas de la comarca condenaron el asesinato del alcalde ante la indiferencia de algunos lugareños. La Justicia no tiene pistas sólidas de momento, aunque no cabría descartar que, como en Asesinato en el Orient Express, el crimen no fuera obra de una sola persona.
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