El hecho de que la sentencia del Alto Tribunal haya supuesto un paso importante y certero en la lucha contra ETA no puede ocultar la ineficacia que ha rodeado su ejecución. En primer lugar, porque la Audiencia cursó las órdenes de detención horas después de que el fallo del Supremo se hiciera público, contraviniendo la más elemental prudencia. Pero es que además, a este extraño proceder, hay que añadir la evidencia de que los jóvenes de las organizaciones abertzales no se encontraban bajo vigilancia o, si lo estaban, ésta fue ineficaz e insuficiente. Se trata de una sombra sobre Interior que el ministro ha tratado de eludir sin argumentos y que se añade sospechosamente al chivatazo policial que abortó el desmantelamiento de la trama de extorsión de ETA.

En todo caso, el Gobierno debería tomar buena nota de las reacciones que ha provocado la sentencia en el entorno abertzale. En concreto, Batasuna señalaba ayer que «es imposible avanzar así en el proceso», haciendo gala de una rotundidad que no mostró tras el atentado en la T-4 de Barajas que dejó dos muertos. Y por si aún cabía alguna duda de que los cachorros de Jarrai, Haika o Segi son mucho más que integrantes de organizaciones juveniles, baste con echar un vistazo a las insignias y estandartes de ETA que exhibieron con orgullo en su manifestación de la pasada madrugada.