Domingo, 21 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6244.
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Pobres chicos guapos
CARMEN RIGALT

Barcelona hace moda y 'onegé' y pone a desfilar a un grupo de 'sin papeles'

Cayetano ha eclipsado a Francisco Rivera, aunque en Milán salió con flojera corporal y expresión alelada

Los comentaristas de la tele han hecho del novio de Obregón un mono de feria

Los mercaderes del trapo se quejan siempre. Unas veces porque no llueve, y otras porque llueve demasiado. En esta ocasión es por todo. La moda no se ha enterado del cambio climático y todavía cree que los abrigos son para el invierno. Qué poca previsión. Las cigüeñas llevan tiempo anunciando el desastre, y lo que dicen las cigüeñas no lo puede desdecir Armani, por muy estupendo que se ponga.

Este año, las pasarelas han llegado antes que las nieves. Por resumirlo en clave catalana, se ha hecho Pascua antes que Ramos (el sector textil podrá fallar en sus previsiones, pero el calendario litúrgico va a misa). En cuanto pasan cuestas de enero, los escaparates de esta parte del Misisipí se llenan de tecnicolor y escotes bañera. Lo único que sabemos es que el verano (cuando toque, que puede ser en noviembre) será sonado: el lobo beberá en el río junto al cordero y del cielo no lloverá agua sino pájaros muertos. Cristina Narbona peregrinará de rodillas a Montserrat y esos Nostradamus de bolsillo llamados hombres del tiempo abandonarán sus puestos y se harán fabricantes de cubitos. El anticiclón se perpetuará en las Azores y las gabardinas no sólo desaparecerán de los armarios sino del diccionario.

Mientras todo eso ocurre (las evidencias tardan en reconocerse, y no digamos ya en admitirse), la moda vive su particular travesía del desierto. Ahora mismo, en las pasarelas de España e Italia, se aprecia cierto descoloque. Los creadores proponen, pero la meteorología dispone. Los cálculos climáticos, gracias a los cuales el año se divide en cuatro estaciones (chubasquero, abrigo, traje sastre y bañador), han huido del calendario. Este invierno han florecido almendros. Para encontrar nieve hay que volver a los viejos cuentos de Navidad, donde a los niños se les helaban los pinganillos de los mocos.

Así las cosas, la pasarelas de moda se han convertido en espectáculos teatrales al servicio de una marca comercial. Es el caso de Antonio Miró, que días atrás puso una nota de color (negro) en su desfile. El diseñador pilló por banda a un grupo de sin papeles y los puso a desfilar en su show. El hombre-anuncio de Toni Miró es pues un inmigrante senegalés sacado del telediario: la última tendencia de la vida, lo más rabioso.

Mientras Barcelona hace moda y onegé, la primera remesa legal de senegaleses ha visto realizado su sueño de trabajar en Europa. Vienen de la mano de Acciona y son casi un centenar. El plan Africa ya puede quemar sus naves. Esta vez no habrá viaje de vuelta. Los negros de la Pasarela Barcelona esperan correr la misma suerte. El claryman de Miró es un pasaporte a Occidente.

En Milán, la performance de Armani se ha llamado Cayetano Rivera Ordóñez, el hombre que ha eclipsado definitivamente a Francisco Rivera Ordóñez. En la teoría de los eclipses, los astros se interponen. La proximidad de Cayetano y Francisco juega en favor de Cayetano, que ha dejado a su hermano sin luz. El que fuera yerno de la duquesa de Alba ha hecho uso caprichoso de la popularidad y sufre ahora las consecuencias, no sin cierto pesar (un poco tarde, darling). Si Francisco necesita el calor de los focos tendrá que currárselo nuevamente. Que se meta en el cuerpo de bomberos y haga un desnudo con manguera. Al menos se asegura una foto en el calendario. Todos los chicos guapos deberían pasar la prueba del calendario: es lo que tradicionalmente se les exigía a las artistas antes de enseñar el currículo (y lo otro). Precisamente estos días asistimos a una venganza histórica en la figura del novio de Obregón, un producto fast food de venta en las mejores chulerías. Los comentaristas de la tele lo han convertido en un mono de feria.

A lo nuestro: no es que Cayetano sea un figurín, pero a Giorgio Armani se le perdona todo, incluidas las provocaciones. Encerrado en un cuerpo hermético (la timidez es un arma de contención), Cayetano pisaba la pasarela como temiendo romperla. Su expresión alelada y su flojera corporal reflejaban un pavoroso miedo escénico. De haber tenido una puerta cerca, seguro que habría salido huyendo. Pobre Cayetano. Pobres chicos guapos.


Los huevos estrellados

JAVIER BARDEM. El ambiente político sigue crispado. A ratos parece que hemos vuelto a la Transición y que la calle es un puro lío de familias. A la gente le ponen mucho los enfrentamientos. Viene de lejos. Estamos en permanente campaña electoral, forzando el cabreo y la rabia. Qué pereza. La realidad es dialéctica, pero aquí no triunfan los razonamientos, sino los insultos. El mitin es el género de moda. Pudiendo estar enfrentados -parecen decir los principales partidos-, para qué vamos a amigarnos. La gresca funciona, da votos, firmas y adhesiones inquebrantables. El otro día, Javier Bardem fue increpado en Casa Lucio, donde la derecha estrella huevos (y luego los come y los cría). Bardem es un provocador y lo sabe. Pudiendo estrellar los huevos a la orilla del Manzanares, tuvo que meterse en la boca del lobo de la Cava Baja madrileña. Salió escaldado, el chico. Javier Bardem está con la cultura (qué grima, la palabra), y el público de Lucio, con el fútbol y los toros. Bardem es un provocador y lo sabe. Otro que es un provocador (pero no lo sabe) es Ramón Calderón, presidente del Real Madrid quien, llevado por un sarpullido de espontaneidad, largó más de la cuenta en una tertulia universitaria. La verdad no hay que esconderla, pero tampoco degradarla con chascarrillos. Los futbolistas ya tienen un pretexto para estar de morros y meter goles en propia puerta. Durante el último partido celebrado en el Bernabéu, el público mostró su disconformidad (no con los futbolistas ni con los directivos: con todo) gritando: «Periodistas, terroristas». Lo que faltaba. Había jurado yo no entrar en el tema, pero hasta en el fútbol me lo recuerdan. Tengamos la fiesta en paz. Negociemos.

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