'Encuentros con Chéjov'
Texto: sobre los relatos de Chéjov Casa con buhardilla y La novia./ Adaptación y dirección: Angel Gutiérrez./ Interpretación: Germán Estebas, María Muñoz, Luzmila Ukolova, Raquel Peláez y Chema Coloma./ Escenario: Teatro de Cámara.
Calificación: ****
MADRID.- Le costó trabajo a Angel Gutiérrez, «un niño de la guerra», exiliado en la URSS desde 1936, imponer su teatro cuando regresó a España hace unos 30 años. Su teatro, aprendido de los mejores maestros rusos, a caballo de los siglos XIX y XX, era, es, el Teatro del Arte. Es decir, una poética muy lejos del naturalismo. Por encima de todos, Chéjov y el verdadero Stanislasky, adulterado por la vulgarización del método de Strasberg.
Chéjov es la religión de Gutiérrez y el Teatro de Cámara de la calle de San Cosme y San Damián, su pequeño templo. Aquí se representan ahora dos primorosas adaptaciones de dos cuentos de Chéjov: Casa con buhardilla y La novia. Son dos caminos distintos hacia la utopía emancipadora, dos posiciones convergentes en su finalidad, aunque divergentes en las conductas; uno es la liberación del hombre a través de la abolición de todos los códigos y normas, una especie de anarquismo nihilista; el otro es la redención a partir del trabajo, de la libertad intelectual.
Se trata de una, llamémosla, propuesta perfectamente articulada y resuelta, con lo cual deja de ser propuesta abierta para convertirse en realidad conclusa. La melancolía que rezuman los personajes y los ambientes chejovianos, una de las constantes de Gutiérrez, se manifiesta aquí en un recatado esplendor. La clave de este teatro de arte que, con sus matices y sus variaciones propugna Angel Gutiérrez, se asienta en un espacio escénico flexible y despojado de ornamentaciones superfluas; en una iluminación de un cromatismo refinado y en una idea de la interpretación veraz, aunque reñida con la veracidad del naturalismo.
Gutiérrez asimiló en su larga vida en la URSS toda esta escuela a través de los discípulos de Vajtangov. La puesta en escena de La novia roza la perfección y Casa con buhardilla acabará rozándola cuando Estebas flexibilice un poco su papel y ajuste ciertas dudas de dicción.
En ambas piezas brilla la fuerza dramática de Luzmila Ukolova; y brilla, sobre todo, la calidad y hondura de María Muñoz; sus dos papeles son, en cierta medida, antagónicos: la dureza militante, la áspera sequedad de una maestra entregada a la causa de la emancipación de la Humanidad y el sentimentalismo libre de una novia que rompe los planes de boda. Ambos personajes los borda Muñoz, como borda Coloma su papel de Sasha, frágil, tuberculoso y mortal. La Misius de Raquel Peláez es pura delicia por su inocencia, por su ternura. Y por su capacidad para transmitir con una mirada todo un torrente de sentimientos. Atención a esta jovencísima actriz.