MALLORCA 0
REAL MADRID 1
ONO ESTADI. 19.000 ESPECTADORES
Moyà
Héctor
Ramis
Nunes
Navarro
Basinas
Jordi López
Varela
Jonás
Ibagaza
Maxi López
Cambios: Arango por Ibagaza (m. 70)
Víctor por Jordi López (min. 85) s.c.
Casillas
Sergio Ramos
Helguera
Cannavaro
Torres
Diarra
Gago
Reyes
Robinho
Higuaín
Van Nistelrooy
Cambios: Bravo por Ramos (min. 58)
De la Red por Higuaín (min. 87) s.c.
Arbitro: Fernández Borbalán
Tarjetas amarillas: Reyes, Sergio Ramos, Diarra, Basinas.
Tarjetas rojas: No hubo.
Goles: 0-1: Reyes (min. 77)
PALMA.- La clasificación dice una cosa, pero el sentido común induce a pensar otra. El Real Madrid ha llegado sano y salvo al corte de la Liga, pero ésta es una casa que amenaza ruina y es cuestión de tiempo que se derrumbe. No es sólo que su fútbol no esté a la altura. Es que tampoco hay motivos que inviten al optimismo. En una temporada normal, con un líder en condiciones, ya le habría dicho adiós al título. Ahora sobrevive con muy poco, pero no le va a bastar. Un detalle aterrador: ni uno solo de los futbolistas que alineó Capello de medio campo para delante es titular en su selección. Alguno, de hecho, ni siquiera ha debutado. ¿Había sucedido algo similar en la historia del Real Madrid? Seguramente no.
El equipo ha perdido la capacidad de atemorizar al adversario. El miedo escénico pertenece al pasado. Hoy cualquiera se cree en condiciones de ganarle. Y lo peor es que tiene motivos fundados para pensarlo. En pleno proceso de remodelación, ni siquiera el carisma de Capello es suficiente. En cuanto Barça y Valencia pisen el acelerador, el Madrid no podrá seguirles el rastro. La sombra de Zidane, Beckham y Ronaldo es demasiado alargada porque en las comparaciones cualquiera de los jugadores actuales sale perdiendo. Incluso los recién llegados. El Madrid no puede vivir de proyectos.
Su victoria en el ONO Estadi sólo sirve para anestesiar la realidad. Es la segunda vez que un libre directo de Reyes resuelve una situación comprometida, pero no se puede vivir permanentemente sobre el alambre. Ayer el Madrid tuvo la fortuna de encontrarse a uno de los equipos con menos gol del campeonato, un Mallorca que desapareció en cuanto se agotó Ibagaza, pero no siempre será así. Al equipo hay que pedirle mucho más. En una Liga de depredadores, no vale con alimentarse de carroña.
En el arranque de partido el Mallorca llegó arriba con más frecuencia gracias a la clarividencia de Ibagaza, que se echó el equipo a la espalda y puso en un serio compromiso a Gago y Diarra. Ni uno ni otro pudieron con el Caño, pero para desgracia indígena, en la zona de la muerte le falta una pareja de baile que esté a su altura, porque Maxi derrocha entrega y pundonor, pero le falta calidad. El argentino recibió tres pases excelentes entre líneas, pero los desaprovechó todos y ahí se acabó la pólvora mallorquinista, porque es cierto que el equipo fue mejor en la primera parte, pero su única aproximación interesante fue un disparo escorado de Jonás que no le creó problemas a Casillas.
Más allá de las puñaladas de Ibagaza, el Madrid disfrutó de un primer tiempo tranquilo, pero fue incapaz de convertir esa comodidad en beneficio propio. Sin bandas, con Van Nistelrooy perdido y Diarra entregando un balón tras otro al adversario, tardó casi 20 minutos en acercarse con peligro a Moyà, y tuvo que ser otra vez gracias a la velocidad del único futbolista que hoy mantiene al equipo en ataque, Gonzalo Higuaín, que explotó su velocidad para ganar el desmarque, pero luego fue incapaz de sacar otra cosa que no fuera un disparo al muñeco. El ex de River tiene buena pinta, pero sus números inducen a la sospecha y obligan a compararlo con Maxi.
En el resumen, poco más dio de sí el primer tiempo. Tras el disparo de Higuaín que sacó con el cuerpo Moyà, Sergio Ramos apareció en el segundo palo para cabecear el saque de esquina a la parte posterior del travesaño. Apenas un chispazo en un mundo de sombras. Partido frío, equipos conformados y resultado mezquino. Al descanso, es muy poco para lo que uno espera recibir. Sobre todo del Real Madrid.
Capello sacó los galones en el vestuario y el Madrid apareció tras el descanso con otro aire. Primero Van Nistelrooy y luego Diarra dispusieron de las mejores oportunidades del partido, pero ni uno ni otro acertaron con la portería y al Mallorca le bastó con atrincherarse para dejar a salvo sus fronteras. Con Ibagaza asfixiado tras su fantástico primer tiempo, no volvió a aparecer en ataque y pronto asumió que su única oportunidad de ganar el partido era cazar un balón largo. Manzano se dio cuenta de que necesitaba aire fresco y le dio descanso al Caño, pero no hay en toda la plantilla un solo jugador que sea capaz de emularle.
Así, con el partido dormido, con el espectro del 0-0 envolviendo el estadio, sin que nadie fuera capaz de crear peligro, el Madrid se encontró con una falta al borde del área, y tal y como sucedió en las primeras jornadas de Liga ante la Real Sociedad, Reyes lanzó un zurdazo a la escuadra al que no pudo llegar Moyà. 0-1 y todos a casa, porque el Mallorca, que acabó sacando al campo a todo su arsenal, fue incapaz de crear ni una sola ocasión de peligro. Los puntos fueron para el Madrid, el fútbol para nadie y la Liga gana en emoción, pero pierde en calidad.