ELENA ISARDO. Enviada especial
DAKAR.-
Comienza a amanecer camino del mítico Lago Rosa, cuando las primeras luces del día muestran las dos caras antagónicas de Senegal. Los niños saludan divertidos al paso de la caravana dakariana y reciben gustosos los caramelos que se les lanzan desde los coches. Mientras, adolescentes enfundados en camisetas de Eto'o, Beckham y Ronaldinho saludan al personal al más puro estilo Capello. Dos imágenes de un mismo país, que recibe cada año por estas fechas a millares de visitantes que se agolpan junto a uno de los parajes más bellos del mundo.
El Lago Rosa, que recibe su nombre por el color de sus aguas gracias al efecto del sol y a la gran cantidad de sal que acumula, sirve de broche final para una carrera en la que hace 15 días, en Lisboa, tomaron la salida 259 motos, 180 coches y 85 camiones. La menguada tropa de 132 motos (12 españolas), 109 coches (20) y 69 camiones (seis) se desplazó ayer desde Dakar al salino lago para iniciar un paseíllo de 36 kilómetros, en los que se impusieron el letón Janis Vinters y el sudafricano Giniel de Villiers. La gloria final fue para los franceses Stéphane Peterhansel (Mitsubishi) y Cyril Despres (KTM), repitiéndose los mismos vencedores que en 2005. Ambos, con nueve (seis en motos y tres en coches) y dos victorias (motos), respectivamente, subieron ayer a lo más alto del podio para levantar el rostro del tuareg, el trofeo que distingue al ganador del raid por etapas más duro.
Carlos Sainz, el piloto español mejor clasificado en la general de coches (noveno), se quedó a sólo dos segundos de sumar su sexta victoria en la presente edición, para acumular hasta la fecha un total de nueve -desde su debut el pasado año- y situarse a sólo un triunfo de igualar la marca de José María Serviá, el español con más etapas ganadas en la prueba africana (10).
Pese a las cinco victorias conseguidas, el bicampeón del mundo de rallys explicó que no colman sus expectativas porque su objetivo era el triunfo final. «Antes de la carrera dije que para ganar no había que tener problemas mecánicos, había que correr un poco más que el segundo y no tener problemas de navegación. Nos ha faltado únicamente una cosa», apuntó para aclarar que Volkswagen ha dado un salto cualitativo: «La evolución desde el año pasado ha sido muy grande, creo que el equipo ha hecho los deberes y hemos ganado 10 de las 14 etapas posibles». De no haber sido porque los problemas mecánicos se cebaron con los coches de la marca alemana -sólo se salvó el estadounidense Mark Miller-, Sainz aseguró que habrían podido luchar por la victoria final: «Incluso creo que el año pasado también, pero éste no tengo la menor duda. Todo fue bien menos un par de días y eso nos dejó fuera. Pese a todo, el balance general que saco es positivo y el equipo ha evolucionado mucho». Desde que en 2006 Carlos Sainz y Volkswagen se unieran contractualmente para que el español tomara por vez primera parte en la prueba africana, su contrato expira anualmente por expreso deseo suyo. «Antes de decidir si vuelvo al Dakar, tengo que consultarlo tranquilamente con mi familia, ya en Madrid. Después, lo haré con el equipo», explicó.
«Para mí, el Dakar es un reto bonito pero no una obsesión. Yo estoy encantado con mi carrera deportiva, ésto es un plus. He demostrado que me voy acoplando bien y si algún día decido volver y puedo intentar ganar, lo haré», concluyó.
Los que tienen claro que en 2008 regresarán a la gigantesca aventura son Marc Coma (tuvo que retirarse cuando marchaba líder después de sufrir un grave accidente y hoy llegará a Barcelona para someterse a más pruebas) y Nani Roma (decimotercero en la general de coches): «Está claro que este año no era mi turno, pero ya estoy deseando volver al Dakar para ganarlo». El próximo año, más y mejor.
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