Lunes, 22 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6245.
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 DEPORTES
EL RUEDO IBÉRICO
El enigma del Madrid
CARLOS TORO

Este Real Madrid trifásico que está simultáneamente muerto, moribundo y vivo debería despedir a Pedja Mijatovic y ponerse en manos de Grigori Perelman (no confundir con Dimitri Piterman). Y es que ese huraño y austero matemático ruso ha logrado, según la prestigiosa revista Science, la hazaña científica del año 2006: desentrañar el llamado enigma, conjetura o teorema de Poincaré. Un misterio en el que se perdían o contra el que se estrellaban las más ágiles, activas y potentes neuronas de los más poderosos cerebros del planeta.

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Ustedes se preguntarán: ¿Qué tiene que ver el fútbol con las matemáticas, aparte de que jueguen 11 contra 11? Mucho, responderíamos. El fútbol, que además es ajedrez, un juego de orden intelectualmente superior, se inscribe en ese ámbito matemático que participa de la filosofía. Las matemáticas no son sólo números, sino un método para interpretar la vida y tratar de descifrarla en su inexorable camino hacia la nada. Lo extenderíamos al fútbol, que no es una cuestión de vida o muerte, sino algo más importante, según el entrenador, ajedrecista, filósofo y matemático escocés Sir William Shankly.

Poincaré afirmaba: «En cuatro dimensiones, cualquier espacio desprovisto de agujeros equivaldría a una esfera». Las cuatro dimensiones serían los jugadores, el entrenador, el presidente y los aficionados. En cuanto a la esfera, no cabe ninguna duda: el balón. Si Perelman ha resuelto este jeroglífico abstracto, cuyo solo enunciado cortocircuita nuestra pobre materia gris, es que el Real Madrid tiene solución.

Señor presidente actual o futuro del Madrid, traiga a Perelman. Arránquelo como sea de su modesto apartamento de San Petersburgo, instálelo en una suite del Eurobuilding y páguele un salario equivalente al de unas cuantas personas a sustituir. Si se resiste, insista. Incluso él tendrá su precio. Y, para acompañarlo en la travesía, reclute a un puñado de valientes idealistas. Recomendamos reproducir el anuncio de Ernest Shackleton pidiendo voluntarios, en 1914, para llegar al Polo Sur: «Se buscan hombres para viaje arriesgado. Paga pequeña, mucho frío, largos meses de completa oscuridad, peligro constante, dudoso retorno. Honor y reconocimiento en caso de éxito».

Suerte.

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