Lunes, 22 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6245.
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 MADRID
M2 / VIOLENCIA EN ALCORCON
Los suramericanos fueron el sábado «a la caza»
El enfrentamiento se inició el viernes, cuando una pareja fue agredida por extranjeros. El día después, los vecinos acosaron en su portal a un sospechoso, que movilizó a un centenar de latinos
LUIGI BENEDICTO BORGES

Alcorcón tiene miedo. Y ganas de venganza. Habitualmente los más asustados ante la violencia juvenil suelen ser los mayores, pero ahora son los propios jóvenes los que ya no se sienten seguros en la calle tras sufrir el sábado una particular «caza al hombre». Casi un centenar de latinoamericanos, muchos de ellos menores y pertenecientes, al parecer, a los Latin kings, acudieron en masa a defender a un «compañero acorralado». Pero como no había una banda específica a la que hacer frente, todo joven que a las 21.00 horas pasease por Alcorcón se convirtió, ipso facto, en su rival a batir. O a apalear.

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Las cifras se saldaron con tres heridos por arma blanca y siete detenidos: tres dominicanos, dos colombianos, un boliviano y un ecuatoriano. Datos que para los vecinos no son nada comparado con lo que siente «el pueblo de Alcorcón», donde en cualquier esquina se escuchan ahora frases de temor y de vendetta. Aunque el malestar entre las bandas latinas y los jóvenes españoles viene de lejos, la primera chispa del incendio ardió el viernes. Lo explica un grupo de 14 alcorconeros, concentrados ayer por la mañana frente al Centro Joven de la calle de Maestro Victoria, donde un chico que pasaba por allí recibió seis puñaladas en la espalda. Le salvó la vida una mujer que se arriesgó a ocultarlo en la cafetería del centro. Se lían porros a velocidad de vértigo y visten reuniendo todos los tópicos de los chuletas de barrio, pero hablan con temor.

Uno de ellos narra la historia con la seguridad de «quien lo ha visto todo». La tarde noche del viernes, un joven y su novia paseaban por un laberinto de calles llamadas «las Sierras» porque así comienza el nombre de cada una de ellas. El chico es residente de Alcorcón de toda la vida, pero de raza negra. El Bolivia y Contragolpe, dos latinoamericanos que en ese momento se encontraron con la pareja, la insultaron y la golpearon. «Pero nada grave, sólo un ojo reventado y varias patadas», aclaran. Al joven lo que más le dolió fue el orgullo. Y no iba a esperar que se enfriara nada para tomarse la ley por su mano. Reunió a un grupo de amigos e investigó dónde vivía El Bolivia. A las 17.00 horas del sábado ya había dado con el lugar: un piso situado tras la puerta de cristal del número 9 de la calle de Sierra Peñalara.

Allí le tendieron la emboscada a El Bolivia. Pero lo que en un principio era un grupo de jóvenes dispuestos a rendir cuentas fue aumentando, y a los insultos y los ataques verbales se unieron varios vecinos de la zona. Cuando apareció la Policía Municipal de Alcorcón, la situación era muy confusa. El portal ya había recibido varias pedradas y estaba a punto de romperse. Los agentes tuvieron que calmar a la muchedumbre y obligar a que se dispersasen, pero mientras duró su acoso, El Bolivia había avisado a sus amigos, muchos de ellos relacionados con importantes bandas latinas de todo Madrid. Su mensaje se había agrandado y cuando llegó a Aluche, por ejemplo, la historia ya hablaba de «un latinoamericano esposado, metido en un portal y linchado por los españoles». Dicha historia espoleó a salir de casa a más de un suramericano, perteneciera a una banda latina o no. Según confirmaba ayer un trabajador del Metro «a las estaciones de Parque Lisboa y Puerta del Sur llegaban a decenas, yo calculo que podrían ser unas 140 personas». Lo hacían armados con ladrillos, bolas de billar ocultas en calcetines, bates de béisbol, navajas y pistolas simuladas. La documentación la dejaron en casa. Así, si los detenían podían asegurar que eran menores de edad. El punto de partida fueron las canchas colindantes al portal de El Bolivia desde las que atacaron a todos los lugares donde habían jóvenes, como el aparcamiento de un colegio de calle de La Luna donde muchos alcorconeros hacen botellón. Noemí estaba con su novio esperando a unos amigos cuando presenció todo en primera fila. «Venía un chaval de unos 15 años corriendo para que no le alcanzaran», indica. «Decía que le dolía la cabeza, pero le levanté la camiseta y tenía una herida del tamaño de un puño. Se le veía el hueso, la grasa...», contaba mientras señalaba las marcas de sangre y los restos de un ladrillo que le habían lanzado a ella cuando atendía al joven. «Luego me amenazaron con una catana».

Muchos establecimientos cerraron. Las carreras y las agresiones llegaron hasta los jardines de un supermercado colindante con Móstoles. «¡Que no busquen a los culpables aquí, sino en los hospitales!», exclamó ayer un adolescente al descubrir que las pintadas con un «5-0» no eran por un pique entre equipos, sino «provocaciones latinas, porque marcan los que han apuñalado ellos y los que nosotros. Pero se van a joder, porque le vamos a dar la vuelta al marcador», sentenció.

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