Lunes, 22 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6245.
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LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA / Su rival republicano puede ser el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani / Pretende apoyarse en el voto de las mujeres y las minorías / Sigue despertando recelos en el 44% de los americanos
Hillary Clinton aventaja con holgura a todos los aspirantes demócratas
CARLOS FRESNEDA. Corresponsal

NUEVA YORK.- Hillary Clinton saca una considerable ventaja al pelotón de candidatos del Partido Demócrata, pero el 44% de los norteamericanos sigue teniendo a estas alturas una opinión «desfavorable» de ella.

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Un día después de que Hillary anunciara su intención de volver a la Casa Blanca por su propio pie, el sondeo del Washington Post y la cadena ABC puso ayer sobre el tapete la cuestión del techo electoral al que puede enfrentarse la primera mujer con serias aspiraciones presidenciales.

Su equipo de campaña lleva tiempo tramando una estrategia que combine las críticas a la Administración Bush, de cara a la bases demócratas, con un perfil más moderado y sensible al mensaje religioso.

Entre los votantes demócratas, la encuesta del Washington Post sitúa a Hillary a 24 puntos de ventajas (41% frente al 17%) de su perseguidor más cercano en las primarias, el senador Barack Obama. John Edwards es el tercero, con el 11%, y el resto navega muy por detrás y con pocas posibilidades reales de plantarle cara.

El sondeo revela que el 54% del electorado tiene una opinión «favorable» de la candidata, frente al 30% que admite tener una impresión «muy desfavorable» y el 14% que se apunta al «algo desfavorable».

Las mayores antipatías las despierta Hillary entre los hombres: el 49% se manifiesta abiertamente desfavorable. Lejos de considerarlo una desventaja, su estrategas consideran que Hillary puede cimentar su triunfo con el apoyo de las mujeres -que superan en nueve millones de votantes a los hombres- y de las minorías.

Capacidad de polarizar

«Siendo mujer y siendo la esposa de un presidente, no es extraño que Hillary Clinton sea una figura que polariza a la opinión pública», apunta Barry Burden, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Wisconsin. «Pero cualquier candidato que no polarice lo suficiente hoy en día, probablemente no es un buen candidato».

El mensaje inicial de Hillary, con menciones muy directas «a los fiascos del presidente Bush», contrastó con el tono más conciliador empleado días antes por Barack Obama. De momento, y pese a los sondeos que presagiaban el momento Obama, Hillary se ha dejado llevar por el viento a favor. «En las horas posteriores a su anuncio por Internet hemos reclutado a cien voluntarios por minuto», anunciaba con entusiasmo su hombre para la opinión pública, Mark Penn.

Hillary arranca con gran ventaja no sólo en el ranking de popularidad entre los demócratas, sino también de dinero electoral (14 millones le sobraron de su campaña para la reelección en el Senado), de apoyo político y de infraestructura en dos lugares claves para medrar en esta primera fase: Nueva York y California.

Obama, senador por Illinois (el lugar de nacimiento de Hillary), lleva sin embargo tiempo trabajándose los estados de New Hampshire y Iowa, donde suelen jugarse los primeros lances de las primarias.

Con el apoyo impagable de Bill Clinton, Hillary aspira también a meterse fácilmente en el bolsillo el sur. Anteayer, Bill Clinton comparecía en un acto junto a Jimmy Carter para crear una robusta coalición de organizaciones vinculadas a la Convención de Baptistas del Sur, con 16 millones de afiliados.

El factor Bill, con su pléyade de conexiones y su facilidad para recaudar dinero, puede marcar la diferencia definitiva. La mediación del ex presidente ha sido vital, entre otras cosas, para aplacar la furia anti-Hillary en los periódicos y en las cadenas del magnate Rupert Murdoch, que no es poco. La popularidad de Clinton puede ser decisiva a la hora de ganar apoyos entre los pesos pesados demócratas y de movilizar a la vieja war room (James Carville, Harold Ickes, John Podesta, Terence McAuliffe) de las campañas del 92 y del 96.

El fantasma de Monica Lewinsky acechará de nuevo a Hillary, y es de esperar que los republicanos vuelvan a la carga con un linchamiento en los blogs conservadores, en las tertulias de radio y en las librerías.

Para muchos demócratas, la elección entre Obama y Hillary -el primer presidente negro o la primera presidenta- constituirá un verdadero dilema.

En el horizonte, y es tal vez el escenario que más preocupa a los estrategas, está la vieja rivalidad entre el ex alcalde de Nueva York y favorito entre los republicanos, Rudolph Giuliani, y la que durante mucho tiempo estuvo considerada como su antagonista natural: Hillary Rodham Clinton.

Según el sondeo del Washington Post, Giuliani cuenta con el 34% del apoyo de los encuestados, seguido por el senador de Arizona, John McCain (27%).

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