D. UTRILLA. Corresponsal
MOSCU.-
Con la excepción de Koni, el labrador de pelaje negro del líder del Kremlin que también posó ante los fotógrafos, ayer no hubo caras de perro en el encuentro que la canciller alemana, Angela Merkel, mantuvo con el presidente ruso, Vladimir Putin, dos semanas después de que Bruselas tachara de «inaceptable» los cortes de suministro de crudo derivados de la crisis arancelaria entre Rusia y Bielorrusia.
Merkel llegó ayer a la residencia presidencial Bocharov Ruchey en la localidad meridional rusa de Sochi, a orillas del Mar Negro, dispuesta a ayudar a Rusia a recomponer su imagen como proveedor fiable de hidrocarburos. La canciller alemana insistió en mejorar los canales de comunicación entre Bruselas y Moscú para evitar «irritaciones».
Por su parte, Putin se dijo dispuesto a entablar un diálogo abierto con la Unión Europea sobre cuestiones energéticas por mediación de Alemania (que este semestre preside la UE) y a buscar rutas alternativas para el transporte de hidrocarburos para «reducir la dependencia» respecto de los países vecinos.
«Esperamos que nuestras buenas relaciones de confianza entre Rusia y Alemania nos ayuden a establecer semejantes relaciones con todos los países de la Unión Europea», dijo Putin, en referencia velada a Polonia.
Airada por el embargo que Rusia mantiene a la importación de su carne, Polonia mantiene desde noviembre un veto a la negociación del nuevo tratado de cooperación entre Rusia y la UE. A este respecto, Putin se mostró confiado en que se pueda resolver pronto el contencioso.
En la última cumbre del G-8, el grupo de los siete países más industrializados más Rusia (que este año también preside Alemania), Moscú reivindicó su papel como suministrador energético seguro. Sin embargo, por dos años consecutivos, el bombeo de gas y de crudo a Europa central ha quedado momentáneamente interrumpido. La UE importa de Rusia un 43% del gas y un 30% del crudo que consume.
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