NURIA RIBO
«Estoy encantado de poder recomendar a la señorita Hillary Rodham para su admisión en la Yale Law School (...)Tengo grandes esperanzas en su futuro. Tiene talento, capacidad intelectual, personalidad y carácter para realizar una significativa contribución a la vida social americana. Se la recomiendo sin ningún tipo de reservas». Son son dos párrafos de la carta de recomendación que Alan H.Schecter, director del Wellesley College, firmó el 13 de octubre de 1968.
Así empezaba la biografía que sobre Hillary Rodham Clinton escribí en 1993. Los años que siguieron su entrada en la Casa Blanca no hicieron más que confirmar lo mucho que sobre ella se había dicho.
Hillary no nació políticamente en la Casa Blanca. Su estreno fue en el estado de Arkansas, uno de los más pobres y pequeños de los EE.UU., donde su marido fue gobernador. Allí realizó una importante reforma educativa. Allí también eran conocidas las infidelidades conyugales de Bill Clinton, pero la sangre no llegó al río.
Todo cambió con su entrada en la Casa Blanca. Nacidos con grandes ambiciones políticas, ambos protagonizaron una de las presidencias más intensas y controvertidas. Hillary Clinton y Eleonor Roosevelt son las únicas esposas de presidentes que rompieron con el papel tradicional de florero. Han pasado 38 años de la recomendación de Shecter y Hillary acaba de dar el paso más decisivo de su larga carrera . «Competiré para ganar» dijo el sábado, desde el salón de su casa y vestida de rojo. Un color agresivo, seleccionado cuidadosamente por una mujer que ya no deja suelto el más mínimo detalle público. En un ambiente acogedor, una Hillary suave, pero contundente, desgranó sus intenciones con fluidez. Era el inicio de la fase más trascendental de su vida: la campaña a la presidencia del país más poderoso del mundo.
La campaña, que oficialmente empieza el próximo enero para terminar con las elecciones en noviembre de 2008, está ya en marcha. Casi una decena de candidatos en el bando demócrata dan una idea de la dimensión de un combate en el que sobresale el senador de Illinois, Barack Obama. Ambos, representantes de minorías en la política: mujeres y negros, aseguran una campaña atractiva y potente.
Las encuestas, esos termómetros que los americanos utilizan tanto, sitúan a Hillary a distancia de sus compañeros demócratas. Habrá que esperar como queda el bando republicano donde figuras como el senador John McCain, y el ex alcalde de Nueva York, Rudolf Giuliani, configurarían una campaña llena de suspense y de larga duración. La condición de mujer va a ser significativa a muchos niveles, empezando por el lenguaje y los tópicos. ¿Se han fijado en que la mayoría de medios sigue calificando a Hillary de «fría y calculadora»? Calificaciones que a ellos se les supone, sin ningún aspaviento.
Hillary levanta odios y amores en un país que todavía, creo, votaría antes a un hombre negro o hispano que a una mujer blanca.Aunque habrá que estar atentos al apoyo de su marido que tiene una gran deuda con ella.
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