La pasión es un elemento indisoluble de la política, pero pocas veces suele aparecer por el Parlament en una rueda de prensa rutinaria. El de ayer era un día normal, de trabajo, hasta que Montserrat Nebrera sustituyó ante el micrófono sobre el entarimado a Daniel Sirera, portavoz adjunto del PP, para, en principio, detallar la posición de su partido acerca de «la actualidad política». Pero su estilo mitinero y encendido causó sensación, y retrotrayó a los presentes al tiempo -aunque no a la ideología- de parlamentarias como Dolores Ibárruri La Pasionaria o Clara Campoamor.
Nebrera, fichada por Josep Piqué para el PP justo antes de las autonómicas del 1 de noviembre, no había hecho gala aún de su supuesto mediatismo. Si acaso, cabría rescatar su presencia y su discurso en la manifestación que, el mes pasado, reunió a unos 350 antiabortistas en el barrio barcelonés de Sant Gervasi.Es un pobre bagaje para alguien de quien se esperaba que llevara al Partido Popular catalán, a rebufo de su prestigio profesional, a cotas impensadas de protagonismo.
Alejada también de la portavocía del partido, Nebrera exprimió ayer hasta las últimas gotas su primer día de micrófono parlamentario.Habló de todo, y usó terminología de alto voltaje para definir a los rivales políticos de los populares. Por ejemplo, llamó «okupa del Ayuntamiento de Barcelona» a la tercera teniente de alcalde, Imma Mayol, por querer «entre ella y su marido [Joan Saura, conseller d'Interior], cargarse la libertad y la propiedad».También declaró sentirse «escandalizada» por unas recientes declaraciones de la concejal de ICV en las que se mostró favorable a despenalizar la ocupación de inmuebles deshabitados y lamentó que se vincule a los okupas «con los violentos, porque no es verdad».
«No puede ser que alguien con responsabilidad de gobierno diga eso», contestó ayer Nebrera, que aseguró conocer muy de cerca el caso de Carles Veiret, el vecino de la calle Comte d'Urgell de Barcelona que no puede entrar en su vivienda porque un grupo de personas la han ocupado y han cambiado la cerradura. A éstos, la diputada del PP los acusó de perpetrar una «estafa procesal continuada», y los identificó como «okupas de buena familia, con muchos recursos para pagar buenos abogados». Para ella, los que se introducen sin pagar en pisos vacíos son «delincuentes», y «malos por definición», porque «se saltan el sistema».
Por ese camino entró a reflexionar acerca del problema de la vivienda, el primero de los catalanes según las últimas encuestas.Nebrera se quejó vehementemente de la voluntad de la Generalitat de estudiar un canon de nueve euros diarios a las viviendas desocupadas: «Hay que favorecer a las personas que creen en el sistema, garantizar que se recupere eficientemente sus pisos a quien los alquile».Y añadió: «Pero tampoco se puede querer todo, porque hay cosas que no son posibles. Seguro que dentro de poco nadie podrá vivir en el Eixample» por el precio de los pisos.
Nebrera también tenía algo que decir acerca de la aplicación del decreto gubernamental que obliga a la Generalitat a enseñar una hora más de castellano a la semana a los niños catalanes.Se mostró partidaria de «dejar que la gente escoja la lengua de la primera enseñanza», como dice la ley, «y luego vehicular a través de todas las asignaturas no sólo el castellano y el catalán, sino también el inglés y el francés». En este sentido, se quejó de las protestas de los partidos nacionalistas con respecto a la tercera hora de lengua española, y les advirtió, profética: «El final del catalán no vendrá por el castellano, sino por el inglés».
