El bajón en el juego ha pasado de ser una simple profecía o crítica malintencionada a ser una realidad. Los futbolistas son los primeros en darse cuenta y por ello tocaron ayer a rebato. Hasta Ronaldinho apareció por el campo de La Masia -algo inusual en lunes y excepcional viendo la desapacible meteorología de ayer- antes de que las medidas contra la crisis se hicieran públicas.

Y la receta consta de dos ingredientes: por una parte, como en todo gran club que se precie de serlo, un alejamiento de los medios de comunicación, a los que ayer se comunicó mediante la colocación de unas vallas amarillas que ya no podrán acercarse a los futbolistas cuando entran y salen del campo de La Masia.Esta medida va encaminada a no turbar la concentración de los jugadores en los 20 metros de tramo en que podían ser abordados por la prensa, y se hizo a petición de la plantilla en aras de mantener el «orden».

En segundo lugar, los hombres de Frank Rijkaard han abrazado una nueva religión, la de la autocrítica y la fe en un futuro mejor. El bodrio que sufrió la afición contra el Nàstic ha sido la gota definitiva y Xavi Hernández, tercer capitán del equipo, no tuvo reparos ayer en maquillar lo que todo el mundo pudo ver.

«Nos falta chispa y frescura», admitió el centrocampista, antes de añadir que pese a que el nivel de juego ha bajado, «no ha sido así con los resultados, que es lo que importa». Xavi, que sabe perfectamente el sentir del Camp Nou en lo que a espectáculo se refiere, reconoció también que fue «un encuentro efectivo, pero quizás la gente no se divirtió como para irse a casa contenta».«La gente quiere ver ganar a su equipo y espectáculo, pero el contrario planteó un partido muy defensivo, no nos dejó ni un metro y se complicó la circulación del balón», añadió.

Pese a eso, Xavi explicó que el equipo está cerca de recuperar su mejor tono y que no habrá que esperar demasiado para volver a jugar con un equipo que parece más italiano a cada semana que pasa. «No estamos muy lejos de nuestro mejor momento. Nos falta chispa en los primeros metros y en la presión conjunta, cosas que en los partidos se acusan, pero espero que en dos semanas estemos al 100%», afirmó.

El mismo Frank Rijkaard admitió la pasada semana que el nivel físico del equipo no es el deseado, aunque dio a entender que eso formaba parte del plan diseñado por los técnicos. La intención es que los futbolistas lleguen en la mejor condición física posible a un mes en que, además de la eliminatoria de Copa ante el Zaragoza y el inicio del trascendental choque de octavos de final de la Champions contra el Liverpool, el Barça jugará en Liga contra el renacido Valencia. Y en marzo, para que la cosa no decaiga, los de Rijkaard se enfrentarán a Sevilla y Real Madrid, con lo que los dos próximos meses aparecen en rojo en la libreta del preparador físico Paco Seirul·lo.

También el francés Thuram, que ante el Nàstic volvió a ser titular, pidió paciencia. «La gente dice que el Barcelona no juega como el año pasado. Yo no lo sé, porque no estaba aquí, pero lo mejor está por venir», aseguró. Respecto al nivel físico, también se mostró optimista. «No es un problema, poco a poco habrá un crecimiento.Esto es normal después de unas vacaciones», aseguró. Ayer llovió sobre el Camp Nou, pero la plantilla no se inquieta: la salvación está a la vuelta de la esquina.