El Microraptor gui, una bestia primitiva del tamaño de un halcón, no batía sus dos pares de alas como hacen las libélulas, a pesar de lo que se creía hasta ahora, sino que empleaba una configuración tipo biplano, con unas alas bajo las otras, para alzar el vuelo. O, mejor dicho, para lanzarse de una rama a otra al modo de una ardilla planeadora, ya que estos pequeños terópodos (dinosaurios con dos patas) no podían despegar desde el suelo, pero sí planear por los aires mostrando su abundante plumaje.

Éstas son las conclusiones a las que acaba de llegar un equipo estadounidense de investigadores tras analizar con simuladores informáticos el vuelo del Microraptor. Estudios anteriores habían sugerido que estos animales agitaban sus cuatro alas en tándem, algo que, según presenta hoy la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), han descartado los ordenadores. El nuevo informe, que ha sido avalado y presentado por la popular -y polémica- bióloga Lynn Margulis, de la Universidad de Massachusetts, defiende que las aves primitivas, parientes lejanos del Microraptor, desarrollaron su forma de volar a partir de criaturas planeadoras (lo que se conoce como hipótesis arbórea), frente a la idea de que lo hicieron despegando directamente del suelo (hipótesis cursorial).

Así lo sugieren los recientes hallazgos de varias especies de dinosaurios con plumas que vivieron hace 125 millones de años en el actual noreste de China y cuyos fósiles han aparecido en el yacimiento de Jehol. «Entre estos descubrimientos, el Microraptor ofrece la mejor evidencia de que los dromeosaurios [dinosaurios de los que descienden las aves] podrían haber adquirido la capacidad de volar a través de una fase en la que tanto las extremidades anteriores como las posteriores estaban involucradas», según sostienen Sankar Chatterjee, investigador del Museo de la Universidad Texas Tech y principal autor del informe, y sus colaboradores.

El descubrimiento del Microraptor y su capacidad para planear con cuatro alas ya fue presentado en 2003 en la revista Nature por el investigador chino Xing Xu, de la Universidad de Beijing, y sus colaboradores. Las alas de los pies tuvieron que hacer de estos dinosaurios unas criaturas muy torpes cuando se encontraban en tierra firme, por lo que, según indicaba el equipo de Xu, debieron vivir entre los árboles.

El hallazgo fue un importante espaldarazo para la hipótesis arbórea del origen de las aves y recuperó una vieja teoría del zoólogo William Beebe, quien fue el primero en argumentar, allá por 1915, que los actuales pájaros proceden de dinosaurios con cuatro extremidades aladas. Sin embargo, la investigación de Xu no se detuvo a evaluar «por qué el Microraptor es un planeador y cómo usaba sus alas durante el vuelo», de acuerdo con Chatterjee y su equipo, lo que ha dado lugar a varias especulaciones.

Según las nuevas simulaciones por ordenador, estos dinosaurios, de unos 70 centímetros de longitud, no podían situar sus alas anteriores y posteriores en el mismo plano, de forma que quedaran las unas tras las otras como ocurre en varias especies de insectos.

Por el contrario, «mantenía probablemente sus pies por debajo de sus brazos, en una configuración anatómica y aerodinámicamente más estable». Además, el Microraptor tenía una especie de pantalones de plumas alrededor de sus patas traseras, lo que le ayudaba a mantenerlas extendidas cuando se dirigía hacia una presa.