Martes, 23 de enero de 2007. Año: XVIII. Numero: 6246.
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Nadal impone su estilo
SUPERO A ANDY MURRAY Y ALCANZA POR PRIMERA VEZ LOS CUARTOS EN AUSTRALIA HIZO VALER SU FORTALEZA FISICA Y LA DETERMINACION EN LOS MOMENTOS CRUCIALES JUGARA CONTRA FERNANDO GONZALEZ HOY, ROBREDO-FEDERER
JAVIER MARTINEZ

Los dos únicos hombres capaces de ganar a Roger Federer el pasado año protagonizaron ayer un extraordinario partido en los octavos de final del Abierto de Australia. Rafael Nadal se impuso en cuatro ocasiones al suizo, siempre en finales, entre ellas la de Roland Garros. Andy Murray lo hizo en la segunda ronda del Masters Series de Cincinnati. El español, de 20 años, derrotó ayer al escocés, de 19, en cinco sets, plasmando en los momentos determinantes las diferencias que aún existen entre ambos.

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Con todos los valores de su tenis, que a buen seguro le permitirán compartir con su adversario una cuota sustancial del porvenir, Murray es aún un recién llegado, un chaval que emitió señales de desconcierto cuando el partido le reclamaba, vencido por el acné en los instantes en que se definió el rival de Fernando González en cuartos de final.

Fue así cuando, tras hacerse con el primer parcial, se escapó 4-1 en el segundo. Frente a su actitud habitual, se pudo ver a un Nadal apesadumbrado, sin soluciones ante los numerosos recursos del tenista de Dunblane, que tan pronto cargaba de plomo la pelota como la llenaba de algodón. Ese buen trabajo estratégico, seguramente madurado junto a su entrenador, Brad Gilbert, le colocó en disposición de hacerse con un triunfo franco, eludiendo la confrontación física, el territorio que menos le convenía frente al tenis proteico del número dos del mundo.

Errores.

Fue entonces cuando a Murray le tembló la mano, acumuló errores y cedió por primera vez su servicio, en el séptimo juego del segundo parcial, hasta dejar que Nadal se apuntase cinco juegos consecutivos. El escocés entregó el set con una doble falta, como lo haría en el cuarto, después de haber recobrado su ventaja ante un rival irregular, que mantuvo intacto, eso sí, su inveterado gusto por el combate.

Crecido profesionalmente en Barcelona, adonde se dirigió bajo el estímulo de la progresión de Nadal, Andy Murray ganó el pasado año el torneo de San José y fue finalista hace tres semanas en Doha. Tiene un recorrido corto en los majors, varando en octavos en 2005 en Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos, como ayer en Melbourne. El único partido en el que había consumido los cinco sets lo sacó adelante ante Fernando González en la tercera ronda de Nueva York.

Tan discreto background acabó por pesar contra un jugador mucho más curtido, muy hecho a agotar con éxito las peleas en el límite de asaltos, en las que se multiplica el valor de su juego.

«No tuve ni un momento de tranquilidad como para irme en el marcador. Todo el rato he estado luchando muchísimo, con el agua al cuello, pero es de los partidos que uno recuerda luego», comentó tras la victoria. Cierto. No hubo tregua, porque lejos de deponer las armas, como se podría sospechar cuando se quejó reiteradamente de molestias en la zona abdominal, Murray volvió de un break abajo en el tercer set para romper por dos veces y devolver a Nadal al rincón. El español tenía serias dificultades para proteger su revés; también a la hora de interpretar el juego plagado de riesgos que le venía del otro lado de la cancha.

«Jugué más agresivo de lo que suelo hacerlo, con muchos golpes ganadores, un plan inteligente y pocos errores no forzados. He estado cerca de ganar a uno de los mejores», valoró el escocés, antes de rendirse en elogios hacia su rival. «Estará, seguro, entre los mejores de la Historia», barruntó.

Era evidente que las opciones de Murray pasaban por liquidar el encuentro en cuatro sets. Su juego se fue acelerando de manera progresiva. Nadal logró quebrar en el séptimo juego del cuarto, como manda el catálogo. Fue casi el punto final. Desesperado, con tendencia al monólogo, el británico se dejó ir, sobre todo después de desperdiciar dos nuevas pelotas de ruptura en los inicios del quinto.

Nadal supera el rubicón en el único grande donde no había ido más allá de octavos. Trabado por dos veces por un Hewitt hoy ya crepuscular y ausente el pasado año por lesión, el mallorquín ha logrado homologar su juego en una superficie que no ha de serle desfavorable. Mañana se enfrentará a Fernando González. El chileno, al que ha derrotado en dos de sus tres enfrentamientos, va como un tiro. Ayer derrotó en tres sets a James Blake, a quien Nadal aún no ha logrado vencer.

Tommy Robredo intentará hoy (09.30 horas, La 2) dar el gran golpe contra Roger Federer y debutar así en las semifinales de un Grand Slam. Desafío que se antoja harto difícil.

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