El banco portugués BPI será el primer eslabón en la cadena de internacionalización que La Caixa atará a su negocio financiero español, prioridad tanto de su presidente, Ricard Fornesa, como de su director general, Isidre Fainé. La entidad financiera prevé reforzar su posición como principal accionista y pasar a controlar el 30% de su capital en un plazo máximo de cuatro años, según fuentes de la entidad. Otras fuentes consideran que ése es un escenario conservador y que se conseguirán esos objetivos en un plazo inferior de tiempo.
Los esfuerzos de La Caixa por hacerse más fuerte en el grupo luso empezaron en 2006, cuando dio un salto importante y amplió su paquete en el grupo hasta el 22,8%. A partir de ahora, el grupo irá ampliando su participación paulatinamente con la intención de ahondar en su posición de liderazgo y convertir a BPI en su brazo comercial en Portugal, sin necesidad de una estructura de oficinas propia.
Desde que se incorporara a su capital, el banco luso ha ido mudando su perfil de banca de inversión a un modelo tradicional de entidad tradicional, similar al de La Caixa, con alrededor de 500 oficinas distribuidas por todo el territorio portugués y con intenciones de ampliarla. Para este año, está previsto inaugurar 80 nuevas sucursales.
BPI es el primer paso en esa nueva estrategia internacional planteada por Fornesa, en la que pierden protagonismo las inversiones extrafinancieras y gana interés la adquisición de algún banco europeo, para lo que la entidad ya ha empezado a hacer caja, una vez alcanzado el visto bueno del Banco de España,
La otra vía de La Caixa para hacerse fuerte en Europa es tratar de ganar peso en otros países del norte de Europa gracias a su participación en Boursarama, banca básicamente de internet en la que comparte riesgos con Societe Generale desde febrero pasado. Esa alianza es fruto de un intercambio de participaciones (La Caixa se desprendió como contrapartida de Caixa Bank France) con la que la entidad catalana podrá situarse como segundo accionista, con un 19,9% del capital.
Así, Boursorama será para la Caixa el trampolín de entrada en mercados atractivos como los países del Benelux, además de Alemania, Austria y Luxemburgo.
El interés de La Caixa en BPI se pudo comprobar el pasado viernes en Lisboa, cuando, en una junta extraordinaria de accionistas, casi pulverizó las intenciones de compra de BCP, a través de una OPA hostil. Ni La Caixa ni el brasileño Itaú están a favor de que avance esa operación.
La asamblea, en la que estaba representado casi el 80% del accionariado de BPI, dio luz verde a la venta del paquete del 7,2% que tiene en BCP y, de paso, ampliar su red comercial para contraprogramar las aspiraciones de la Banca Comercial, en la que también participa Banco Sabadell, aunque en franca retirada, al haber diluido su paquete al 2,5%.
El giro en la estrategia de La Caixa ha provocado que la entidad haya iniciado un proceso de desinversiones que le permitirá presentar este viernes unos resultados récord gracias a las plusvalías obtenidas, y a pesar de que no las computará todas en 2006. En esos 12 meses, vendió su negocio inmobiliario de Colonial, en el que ganó más de 600 millones de euros, las de Bancao Sabadell (615 millones) o Crèdit Andorrà (425 millones). Esos recursos se sumarán a lo que la entidad pueda obtener de la salida a Bolsa de su cartera industrial, compuesta por participaciones importantes en Gas Natural (35%), Repsol (12%), Abertis (19%), Telefónica (5%) o Aguas de Barcelona (23%). Todo para lo que algunos califican el viaje de fin de curso de Fornesa y Fainé, en el que se aplicarán para quedarse con alguna entidad.
