ANA DEL BARRIO
MADRID.-
«Si ustedes son de Venezuela, ¿qué hacen aquí si ningún venezolano pide asilo político?», les espetó el policía del aeropuerto madrileño de Barajas. Las cuatro venezolanas se quedaron de piedra al oír las palabras del agente, pero lo cierto es que llevan tres días retenidas en Barajas y su petición de asilo político, de momento, ni tan siquiera ha sido admitida a trámite.
Desde la sala 3 del aeropuerto, Sonia Margarita López Caballero, sus dos hijas de 29 y 15 años y su nieta de cinco, lanzan un S.O.S. a las autoridades españolas para que reconsideren su postura: «Si regresamos a Venezuela, nos van a matar. Quieren eliminarnos», relatan desesperadas.
Han asesinado a tres miembros de su familia, han sido amenazadas de muerte y tuvieron que salir por piernas de su país para no perder la vida. Pero, según el testimonio de estas mujeres venezolanas, éste no ha sido motivo suficiente para que el Ministerio del Interior admitiese a trámite su solicitud de asilo, ya que alega que su relato es inverosímil e incongruente. Las cuatro latinoamericanas podían haber pasado la frontera camufladas como turistas, como hacen cientos de sus compatriotas, pero quisieron realizar los trámites correctamente y pedir el asilo en frontera, como marca la ley.
Lo que nunca pensaron es que las autoridades españolas echarían abajo su solicitud con tanta facilidad. Ahora, su expediente está en fase de reexamen e Interior les comunicará hoy o mañana la resolución definitiva, que les permitirá quedarse o les obligará a regresar a su país.
Su historia es un tanto peculiar y más propia de un país como Colombia que de Venezuela. Tal vez, esta cuestión haya sido la que ha desconcertado a las autoridades españolas. Pero vayamos a San Cristóbal, una localidad venezolana capital del estado de Táchira, que hace frontera con Colombia, donde residen Sonia y su prole. Allí, según su relato, su tío y su padre trabajaban como policías cuando fueron asesinados a plena luz del día por la guerrilla paramilitar colombiana. También su hermano apareció muerto por haber facilitado información a la policía.
A partir de estos crímenes, fueron a por ellas y la vida se hizo insufrible. «Nos amenazaron y nos dieron un mes para salir del país y que si no les hacíamos caso irían al colegio de nuestras hijas. Nosotras teníamos un buen negocio en Venezuela y si no llega a ser por estos crímenes no hubiésemos huido», explica por teléfono Tahio López, la hija de Sonia.
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