BARCELONA.-
Los padres de dos niños de Barcelona de dos y cuatro años escondieron ayer a los pequeños en casa de unos familiares para evitar que la Dirección General de Atención a la Infancia y a la Adolescencia (DGAIA), dependiente de la Generalitat de Cataluña, les quitara la tutela de los menores y los ingresara en un centro de acogida.
Francisco Alamo, de 40 años, aseguró ayer a Efe que sus hijos no volverán a casa hasta que la situación «se aclare» o un juez dictamine que los pequeños deben abandonar el domicilio familiar.
Ante esta situación, la DGAIA se coordinó con los Mossos d'Esquadra y puso en marcha una «orden de búsqueda especial» con el fin de localizar a los niños y hacer efectiva la «resolución en firme» de desamparo. Así lo explicaban ayer fuentes del Departamento de Acción Social y Ciudadanía.
La historia comenzó cuando la Generalitat intervino el pasado mes de septiembre después de que la esposa de Francisco, Zakiya Khattabi, marroquí de 32 años, presentara una denuncia contra él por presuntos malos tratos a su hijo mayor. El padre contó que se limitó a darle «dos guantazos».
Malos tratos
La denuncia, finalmente, fue retirada, pero la orden para quitar la tutela siguió su curso, ya que, según la conselleria, se trata de una familia «desestructurada» e incapaz de garantizar a los niños una vida «en condiciones». Zakiya Khattabi había denunciado a su marido anteriormente por maltratarla.
Un técnico de la DGAIA se presentó ayer en la vivienda, acompañado de varios mossos, para notificar a los padres la resolución. Pero éstos se negaron a abrir la puerta alegando que no había una orden judicial.
A continuación, se llevaron a los pequeños a casa de unos familiares situada en las afueras de Barcelona y regresaron solos a la ciudad para solucionar una situación que califican de «ilegal».
Alamo sostiene que no hay documentos médicos que constaten que su hijo haya sufrido malos tratos y explica que él mismo se hizo un examen psiquiátrico en el Hospital del Mar de Barcelona para demostrar que era una persona «totalmente normal».
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