La dama en cuestión pide unos churros y un té con extra de agua y la leche aparte según se sienta en la mesa. El día ha amanecido gris y lluvioso y, aunque a Magüi Mira le gusta meterse en todos los charcos, lo del parte meteorológico influye lo suyo en su estado de ánimo. Para colmo, no quedan churros. Es su día libre, el que en teoría se debe dedicar «a no hacer nada, a contemplar», sin embargo, hace un hueco para la entrevista. Ahora anda liada con la dirección de una obra de Shakespeare, Un cuento de Invierno, que hasta finales de mes la tendrá viviendo en el Teatro Albéniz. Viste de negro, guantes incluidos, presume de arrugas y posa como una auténtica star.

Pregunta.- Shakespeare de actualidad en el siglo XXI... Esto sí que es un fenómeno.

Respuesta.- Pues sí. Él, en el siglo XVII, ya fue sensible al hecho de que las mujeres no teníamos nuestro espacio.

P.- Aunque para fenómeno Tim Robbins y su capítulo con el alcalde...

R.- De actualidad no me preguntes nada, porque hasta mañana o pasado no me voy a poner al día. He estado sumergida en las nieves de Un cuento de invierno. Pero dime qué pasó con el Robbins, que me encanta.

P.- Pues que no le sentó bien hacerse una foto con Gallardón.

R.- Bueno, Robbins me parece muy inteligente; daría una respuesta inteligente.

P.- ¿Se imagina que lo hace un actor español?

R.- Dependería de su nivel de compromiso. Porque aquí somos españoles, pero la mayoría del tiempo nos comportamos a la sueca.

P.- ¿El arte y el compromiso son pareja de hecho?

R.- Yo creo que la vida es pareja de hecho con el compromiso. No tiene vuelta atrás. El compromiso es parte de la vida, sólo hay que ser consciente de ello.

P.- De nuevo en la dirección de una obra teatral, ¿los nervios como actriz son los mismos que como directora?

R.- No. Físicamente son diferentes (risas). Como directora, ni se come, ni se duerme y se engorda. Como actriz, tienes la adrenalina a tope y la gran y maravillosa responsabilidad de comunicar con el espectador.

P.- ¿Por qué cuesta tanto todavía ver a una mujer en la dirección?

R.- Porque, como en todo, vamos poco a poco asumiendo responsabilidades que históricamente se han depositado en los hombres. Las mujeres vamos entrando, pero no es fácil. El machismo se ha abolido en teoría, pero en la práctica seguimos ahí, luchando.

P.- ¿Mola lo de mandar?

R.- (Risas). Genéticamente yo soy muy mandona, pero cuando se trata de crear, de trabajar con el arte escénico, siempre me asombro de que hay un equipo de gente (actores, vestuario, luz, música...) generoso y dispuesto a seguirme.

P.- Primera vez que dirige una obra de Shakespeare y elige una pieza poco conocida, Un cuento de invierno, ¿por qué?

R.- Porque me impactó. Es una de las últimas obras de Shakespeare. Es un texto transgresor y libre en el que mezcla la comedia y la tragedia y habla de algo con lo que estoy comprometida especialmente y en lo que hemos avanzado muy poquito, en aquello de 'la maté porque era mía'.

P.- ¿Le echa mucho cuento a la vida?

R.- Creo que la vida se puede entender como un gran cuento. Sin esa parte de cuento, no se podría soportar la realidad.

P.- ¿Pesan los años en el escenario?

R.- Pasan, más que pesan, y dejan su huella para bien y para mal. El tiempo marca y coloca las cosas en su sitio.

P.- ¿Y los kilos? ¿Hay mucha presión sobre las actrices para estar eternamente bellas?

R.- Yo tengo la suerte de no pertenecer a ese grupo de actrices. No tengo la obligación de ser guapa, porque no lo soy. No soy de la categoría de las guapas. Tengo esa gran suerte. Sí pretendo cultivar la seducción y la seducción no está reñida con las arrugas. Si una actriz no es capaz de seducir, poco tiene que hacer en el escenario.

P.- ¿Escuecen las críticas?

R.- Cada espectador es un crítico. El problema es que escriben tres (risas). A veces, puedo respetar a algunos; otros son directamente indocumentados. Yo valoro la asistencia de público, sobre todo, y llenamos.

P.- ¿Qué golpe es el que más duele cuando hablan de uno?

R.- No puedo con la descalificación gratuita. Lo suelen hacer los prepotentes.

P.- ¿Cómo ve la salud de la cartelera?

R.- Irregular, porque hay poco riesgo por parte de los productores.

P.- ¿Por qué cuesta tanto todavía ir al teatro?

R.- Bueno, primero porque durante estos últimos años los profesionales hemos echado al público de las salas haciendo muy mal teatro. Y segundo, porque culturalmente no nos hemos homologado al resto de Europa.

P.- ¿Para cuándo el cine?

R.- Para cuando el cine quiera y yo pueda.

Origen. Valencia, 14 agosto de 1944. Currículo. Actriz y directora, es «niña de posguerra». Estudió en la Universidad de Valencia y se formó como actriz en Barcelona. Lleva 25 años en los escenarios y ha trabajado bajo las órdenes de directores como Miguel Narros, Jaime Chávarri y Pilar Miró, entre otros. Ahora está entregada a Un cuento de Invierno, que se representa en el Teatro Albéniz hasta el 28 de enero. Aficiones. «No hacer nada, contemplar». Debilidades. «El chocolate y el helado de fresa». Virtudes. «El humor y trabajo la tolerancia». Defectos. «Un montón. No ser consecuente en la práctica con la dureza de mi pensamiento».