Rodeado de los cientos de casas de esquimales o pequeñas tiendas de quincallería que han ido bloqueando progresivamente las aceras de Mitrovice Norte desde los bombardeos de la OTAN de 1999 y la llegada masiva de refugiados serbios del sur de Kosovo, un periodista local ofrecía ayer por la mañana su diagnóstico: «Europa hace una lectura positiva de los resultados de las elecciones serbias. Y es verdad, han ganado las fragmentadas fuerzas democráticas y proeuropeas (dos tercios de los 250 escaños del futuro Parlamento). Pero no es menos cierto y triste que los radicales mantienen su cuota de votantes, e incluso la han aumentado en un punto respecto a 2003».
Tanto el presidente de Serbia, Boris Tadic, líder del Partido Democrático (DS, 23% de votos, casi el doble que en 2003), como el candidato y número dos del Partido Radical Serbio (SRS, 28%), Tomislav Nicolic, reclamaban en la madrugada de ayer su derecho a formar el futuro Gobierno del país. Pero el gesto serio y ojeroso del dirigente ultra resultaba menos convincente que el del jefe del Estado. Sus posibilidades son nulas salvo sorpresas de última hora, y ya por la mañana señalaba: «Ganamos, pero no estaremos en el Ejecutivo».
Ayer mismo Tadic y su candidato a primer ministro, el banquero Bozidar Djelic, iniciaron los contactos informales con el resto de formaciones a la búsqueda de una coalición cuya negociación será ardua, si bien esperarán a los resultados definitivos de la Comisión Electoral para entrar en materia más concreta. Y la primera será el Partido Democrático de Serbia (DSS, 16%) del hasta ahora jefe del Gobierno, el nacionalista moderado Vojislav Kostunica, antiguo aliado de Tadic frente al ex presidente Slobodan Milosevic, pero con fuertes diferencias desde 2003. Ambos reclamaban ayer «responsabilidad» el uno al otro.
Como tercer compañero de viaje final se apostaba ayer por el partido de economistas G17 Plus (7% de votos), que ha participado en los últimos gobiernos, e incluso por alguno de los cinco partidos que representan a las minorías étnicas del país y que se han repartido ocho escaños. En el Parlamento entrarán además el Partido Socialista de Serbia (SPS, fundado por Milosevic), también con el 5,6+% de votos.
«Exijo a los demás partidos de orientación democrática y proeuropea que quieren que Serbia entre cuanto antes en la Unión Europea (UE), que quieren compartir con nosotros los valores y objetivos europeos, que entren en las negociaciones con plena responsabilidad», señalaba Tadic, quien añadió: «No tenemos tiempo que perder». «Estamos abiertos», respondía lacónicamente Kostunica.
Nuevos días duros
Como ya ocurriera en las legislativas de 2003, la formación radical liderada por Vojislav Seselj, acusado de crímenes de guerra, ha sido la más votada. Su candidato a primer ministro, Nicolic, subrayaba ayer en Belgrado la «nueva derrota del bloque pro-Occidente». Y advertía a los serbios de que se «acercan nuevos días duros» para el país hasta que su grupo alcance el Gobierno.
El acercamiento a la Unión Europea, cuya negociación quedó rota en mayo tras fracasar Belgrado en la entrega de Ratko Mladic, ex comandante militar de los serbios de Bosnia, la situación económica y social y el futuro estatuto de Kosovo han centrado la campaña electoral.
El diputado español Jesús López-Medel, observador en las elecciones, destacó que los comicios discurrieron «con transparencia, libertad de oportunidades y total ambiente de calma». Sobre Kosovo, López-Medel, relator de Derechos Humanos de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), dijo que el futuro de esta región no debe decidirse por sí misma ni tampoco desde Belgrado, sino por la ONU. «No debemos repetir errores por los que la balcanización supuso una volcanización de la zona».