RUBÉN AMON. Corresponsal
PARIS.-
Nicolas Sarkozy ha aprovechado las contradicciones de la política fiscal en la familia socialista para descolgarse con una «revolución económica». Así la denomina él mismo en la entrevista que ayer concedió a Le Monde y cuyo contenido aloja un compromiso ambicioso: el candidato a la Presidencia recortará cuatro puntos las retenciones obligatorias (impuestos y cotizaciones sociales) si finalmente accede al Elíseo.
En dinero: Sarko devolverá a sus compatriotas 68.000 millones de euros. Es decir, 2.000 euros por hogar y año si incluimos a los pensionistas, y 4.900 si sólo contabilizamos trabajadores. ¿Cómo? Bajando la fiscalidad del trabajo, eliminando las cotizaciones sociales a las empresas sobre las horas extras y logrando que el total de impuestos no supere el 50% de los ingresos, frente al 60% actual.
Así, Francia se pondría a la altura del promedio de la UE cuando tenía 15 miembros. Sarkozy quiere dotar al trabajador de más poder adquisitivo. Para mejorar su estatus, incluida una subida del 25% en el valor de las horas extras, y para incentivar el consumo, que hará al Estado beneficiarse del más jugoso IVA. «No acepto máximos en el trabajo semanal», señaló Sarko sobre la conquista socialista de las 35 horas. «Qué idea más rara prohibir que los franceses trabajen más para ganar más».
Lío socialista
Y todo esto cuando la rival socialista, Ségolène Royal, y su pareja, François Hollande, a su vez primer secretario del partido, han discrepado públicamente sobre el modelo fiscal. Hollande propone subir los impuestos a las rentas superiores a 4.000 euros mensuales, pero su compañera se ha apresurado a desautorizarlo, consciente del desgaste electoral que podría suponer.
Mucho más cuando las encuestas señalan una clara distancia del candidato del partido gubernamental (UMP). Sarkozy, en efecto, ganaría el primer turno (35% contra el 31% de Royal) y se impondría en el segundo (52% a 48%).
Los datos corrigen la tendencia de los últimos meses y, además, sorprenden. Porque Sarkozy gusta más al electorado femenino que la propia Royal. El 39% de las francesas prefiere al ministro del Interior, por encima del 32% de consenso que obtiene la llamada mamá de hierro. ¿Las razones? Dicen los expertos que la derecha electoral es más abundante en relación a las mujeres maduras.
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